Cuenca ha perdido uno de sus hijos ilustres, práctico, decidido y gestor del desarrollo en la ciudad, la provincia y el país.
Alejandro Serrano Aguilar muere el 6 de agosto, fecha del nacimiento de algunos buenos amigos, mujeres bonitas y también fecha donde se han cometido errores.
Empresario, educador, político y amante del deporte como miembro y dirigente del mismo, es de esos seres que el Ecuador tenía y ya no tiene, de los que nos gustaba oír en la radio cuando exponían sus criterios en el Congreso Nacional de la época o de esos que se presentaban en los foros internacionales y dejaban en alto el nombre del país recogiendo aplausos. De esos que no solían robar y más bien ponían para que las cosas se ejecuten.
Xavier Muñoz Chávez lo califica como el Gran Servidor de Cuenca, y sin duda, un gran servidor de la cátedra, el deporte, la ayuda social y el buen nombre. La muerte de este ciudadano ejemplar nos recuerda que en el país hay decencia y que nos vamos quedando huérfanos de dignidad y de honradez.
La carencia de líderes de esta estirpe nos devuelve a la Asamblea de hoy, hemiciclo de pobreza intelectual y mal talante, salvo honrosas excepciones. Nos recuerda los municipios y consejos de medio pelo que buscan el lucro; nos lleva a esa pocilga de la democracia en cabeza de un cura tramposo y en general a cada institución de la República donde ya no están los que estaban y hay otros que no queremos que estén.
El mundo progresa, dicen, la tecnología avanza, los países cada vez están mas cerca y ya se pueden desplazar más de 800 pasajeros en un mismo avión de un lugar a otro. Y por otro lado tenemos más noticias de corrupción todos los días, cada vez hay más gente en la lista de Pamela y Laura y en el cono sur el pueblo premia a los ladrones con un nuevo apoyo electoral en las primarias.
¿Qué pasó con la decencia y el servicio desinteresado, con priorizar el concepto antes que el billete? ¿Qué pasó con esos hombres y mujeres que recordamos en estas fechas como luchadores de una libertad por principios y por derecho? La realidad es que cada vez quedan menos y la muerte de Serrano nos recuerda esta ausencia de liderazgo ejemplar en Ecuador y en otras latitudes muy cercanas. No todos los Serranos son buenos, pero sin duda hay más buenos que malos.
El Ecuador debe ver atrás y buscar a esos referentes que nos ayuden a recordar lo correcto, nos perdemos en el detalle dejando de lado lo más importante, que es el respeto a los demás, el logro inmaterial, la trascendencia positiva de los hechos, el buen nombre de las personas y el legado que nos permita caminar con la frente en alto y hacia adelante, como lo hacen los herederos de este ilustre ciudadano que hoy nos deja, como siempre, dictando una buena clase como acostumbraba.