Abogados viajantes

Luego de aplaudir la obra del Consejo de la Judicatura en otras provincias y ciudades del país, el presidente del Colegio de Abogados de Pichincha, Dr. José Alomía Rodríguez, expresa protesta … “por las obsoletas e inadecuadas condiciones físicas y tecnológicas, en las que se desenvuelve la administración de justicia de Quito”. El dirigente ha venido realizando gestiones desde el año 2013, sin resultado.

En Quito, buen número de juzgados de lo civil funcionan en la calle El Telégrafo, bastante al norte; pero otra parte atiende en un edificio de la calle Ramírez Dávalos, ya en el centro de la ciudad.

La Corte Provincial despacha en un edificio ubicado más o menos a la mitad de la distancia de los dos anteriores, pero por razones de comodidad en la atención, una Sala penal despacha en la calle Roca.

Hay Tribunales de Garantías Penales en la av. 10 de Agosto y Murgeon.

La mayor parte de los Juzgados penales, en la calle 10 de Agosto; y otros lugares. También hay Juzgados Zonales, de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia y Contravenciones, así como Juzgados cantonales.

La enumeración no es exhaustiva, pero –al parecer- responde a un principio de descentralización.

En el norte, muy al norte de Quito, funciona un Juzgado penal en edificio nuevo, bien distribuido, apropiado. Mas, para llegar hasta allí se debe recorrer la av. 10 de Agosto y continuar por la Panamericana Norte. Preguntado un ciudadano dónde queda el Juzgado Sexto de Garantías Penales, respondió: “Siga largo”. Y al seguir largo y, luego, a la izquierda varias cuadras; y nuevamente a la izquierda, otras, con el tránsito nutrido que hay ahora tranquilamente se ocupa una hora o más. De retorno, otra hora y más hasta el centro de Quito.

Cuando nos parecía que esta distancia era extrema, nos recuerdan que desde que trasladaron a los presos del penal García Moreno a Latacunga, abogados que atienden sus juicios todavía en trámite, deben viajar hasta aquella ciudad, consumiendo prácticamente un día de trabajo.

No siempre el abogado encuentra atención inmediata, pues el juzgado está ocupado en audiencias.

El abogado que labora en litigios en Quito, se ha convertido en viajante. Si no dispone de automóvil propio, el coste del taxi es oneroso; y si no ha sido atendido, su reacción de molestia y hasta de cólera no espera.

¡Tiempos pasados! En el título de abogado consta lo que sigue: “En tal virtud, todas las autoridades le tendrán y reconocerán como tal Abogado, guardándole y haciendo se le guarde los honores y privilegios que corresponden sin ponerle obstáculo en el ejercicio de su profesión” . De esto queda solo el recuerdo. Actualmente al abogado no le conceden ninguna consideración.
Hoy se dice -en el ámbito de la sal quiteña- que el abogado viajante gana el pan no con el sudor de la frente, sino de los pies.

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