Enemon Kawaguki fue la única persona que sobrevivió a dos explosiones nucleares: Hiroshima y Nagasaki. Era un ejecutivo de la Mitsubishi en Hiroshima y tenía 40 años cuando en la mañana del 6 de agosto de 1945 vio que un avión B-29 se acercaba a la ciudad para arrojar la primera bomba nuclear.
La temperatura subió a 3 000 grados, lo cual convirtió en carbón a miles de personas que se lanzaron a los ríos que llegaban a un punto de ebullición. Más de 200 000 japoneses murieron entonces, pero Enemon Kawaguki sobrevivió tras meterse en el mar y luego huir hacia una colina.
Llegó hasta un tren que en su interior llevaba personal médico y durmió casi tres días. Se bajó del tren junto a otros convalecientes de la explosión nuclear, pero a los pocos minutos volvió a escuchar a lo lejos el ruido de un avión.
Se lanzó en medio de una cuneta y quedó boca abajo. Los que caminaban a su lado lo miraron sorprendidos. Estaban a cuatro kilómetros del centro de la explosión en Nagasaki. Los que estaban a su alrededor estallaban literalmente en llamas.
Pasó el resto de su vida siempre mirando al cielo ante la posibilidad de que otro avión deje caer su carga mortal. Murió 12 años después y su caso quedó archivado como la única persona que sobrevivió a dos explosiones nucleares.
Esta anécdota está narrada en el libro ‘33 historias imprescindibles’ escrito por Carlos Suasnavas, uno de los blogueros más famosos y prolijos en la actualidad. El escritor obtuvo un premio internacional el 2008 por su blog ‘Sentado frente al mundo’, donde narra esa historia tan imprescindible para la memoria.
Son historias de enorme interés, bien narradas, esenciales para encontrarse con realidades diversas. Como por ejemplo la huida más larga del mundo desde un campo de concentración para presos en la ex Unión Soviética.
Una decena de presos sometidos a trabajos forzados en Siberia decidieron desafiar la nieve y el frío para conseguir la libertad. Recorrieron, en 11 meses, 7 000 kilómetros, equivalente a la distancia entre Buenos Aires y Ciudad de México.
Hay un capítulo muy interesante que se refiere a la Guerra del Fútbol que protagonizaron Honduras y El Salvador para las eliminatorias del Mundial de 1970. “Qué mal le hacen a los pueblos esos nacionalismos obcecados. Todo empieza como simples discursos populistas, pero nadie sabe como terminarán”, advierte Carlos Suasnavas.
El autor de estas historias es también uno de lo tuiteros más destacados entre los miles que a diario se conectan por esta red. Los enlaces más insólitos son enviados desde la cuenta de @CSuasnavas, que es la identificación Twitter de este bloguero que ha alcanzado reconocimientos internacionales y que además es un defensor vigoroso de la libertad de expresión.