Estados Unidos, luego del ataque perpetrado por Al Qaeda a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, no es ni seguirá siendo igual.
Pese al millonario gasto militar, 10 años después, sigue siendo vulnerable. León Panetta, secretario de Defensa, advertía hace poco que el riesgo de un atentado terrorista sigue siendo muy real.
La política de combatir al terrorismo en sus orígenes ha sido un fracaso. La intervención de Estados Unidos en Afganistán y en Iraq ha tenido un costo económico, político y moral muy alto. Su posición en el mundo se ha visto ostensiblemente deteriorada.
Según estimaciones de varios especialistas, entre ellos el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, se estima que la guerra contra el terrorismo le ha significado entre 3 y 5 billones de dólares, buena parte de la misma solventada con créditos. Es decir, la intervención militar en Afganistán y en Iraq le ha debilitado a los EE.UU. en términos macroeconómicos, exacerbando aún más su déficit fiscal y deuda. Si en el 2001 la economía norteamericana tenía un superávit del 2%, hoy acumula un déficit de USD 1,5 billones y una deuda de 14 billones. Deuda que, en su mayor parte, está manos chinas.
La agitación de Oriente Próximo condujo a que los precios del petróleo ahora estén más elevados. Y aunque este factor se veía como una fuerte amenaza para su economía, la Reserva Federal escondió esas debilidades generando en parte, no en su totalidad, una burbuja inmobiliaria que condujo al ‘boom’ del consumo. Casi al finalizar el 2011, se aprecia que el colapso financiero del 2008 se esta volviendo más crucial que el atentado del 11-S.
Lo peor se produjo después de los atentados del 11-S. Bin Laden fue autor de uno de los peores atentados terroristas que ha sufrido occidente. No obstante, el daño autoinfringido por EE.UU. producto del mal manejo de la crisis se esta volviendo incalculable.
Tres mil muertos dejó el atentado de las Torres Gemelas. Sin embargo, el efecto colateral de la intervención norteamericana en Oriente Próximo es enorme. Más de un millón de iraquíes han muerto. Estudios recientes confirman la muerte de 137 mil civiles en Afganistán. El número de desplazados y refugiados en ambos países es inmenso. A eso se añade los casos de violación de derechos humanos, torturas y cárcel injustificada como lo que sucede actualmente con varias personas detenidas en Guantánamo.
Lo cierto es que tras 10 años de combate al terrorismo, la imagen y el poderío de Estados Unidos se han cuarteado. Ahora la principal amenaza no es Bin Laden sino el terremoto financiero gestado en el 2008. Terremoto del cual es culpable en parte la propia dirigencia política norteamericana.