El estadio Atahualpa ayer lució vacío. Sin embargo, los hinchas del Deportivo Quito se concentraron en el complejo del club, en Carcelén, para alentar desde ahí a su equipo contra Barcelona.
El técnico Rubén Insúa está agradecido con ellos, porque ya una vez hicieron un esfuerzo económico en ese mismo sitio para ayudar a cancelar una parte de la deuda. Ayer, nuevamente se citaron en el complejo Ney Mancheno para mirar el partido en patalla gigante y recaudar fondos para los jugadores. La victoria les fue esquiva, pues el Quito cayó 2-1 con los canarios.
Las barras organizadas del club azulgrana llegaron desde las 07:00 para preparar el lugar, ya que hubo una sanción impuesta por la Ecuafútbol que les impidió asistir al estadio por disturbios en el cotejo contra Liga de Quito.
“Queremos hacer lo que hizo la hinchada de Racing en Argentina para ayudar a salvar al club”, dijo ‘Anto’, parte del ‘staff’ de organizadores de la iniciativa.
Un par de andamios fueron el soporte para que el proyector y el decodificador quedaran estables a la hora del cotejo. Al fondo del complejo, otros hinchas se encargaron de colgar la lona que sirvió de pantalla para alentar al equipo.
A la entrada, otros seguidores vendieron las entradas y boletos para la degustación de platos típicos y productos oficiales de la barra Mafia Azulgrana y su campaña ‘No me verás caer’.
A partir de las 10:00 arribaron más seguidores del club para colaborar con la institución y la crisis económica que atraviesa. Marlene (quién prefirió no decir su apellido) asistió en compañía de sus hijas y de su esposo. Pagó gustosa el valor de las entradas (USD 3 por cada uno), cuatro platos de hornado (USD 2) y dos camisetas de la hinchada (USD 20 cada una).
“Esperemos que el equipo nos de la alegría y que los días que pasaron sin entrenar no les afecte”, mencionó optimista Marlene, sin conocer que al final eso sí influyó.
La organización había presupuestado la presencia de unos 2 000 hinchas, pero finalmente hubo cerca de 400 aficionados.
Los nervios en los organizadores aumentó por la ausencia de público y por otros inconvenientes que se presentaron sobre la marcha. La luminosidad del sol impidió que la señal se proyectara sobre la lona con claridad. Un grupo de hinchas, muy hábiles, armaron rápidamente un techo con plástico negro, que fue muy útil.
En las afueras del complejo, integrantes de la Policía y funcionarios de la Intendencia amenazaron con la cancelación del evento debido a que se estaba vendiendo bebidas alcohólicas violando el decreto que impide el expendio de estas bebidas los domingos. La negociación entre los vendedores (que fueron ajenos a la organización) y las autoridades prosperó y el programa siguió su curso.
El reloj marcó las 11:30. Los problemas, incomodidades y demás dificultades quedaron atrás y los hinchas se concentraron en lo que pasó en la cancha. El “Y dale, Quito dale” retumbó en el complejo.
El resultado no acompañó a la fanaticada que estuvo entusiasta. Los goles rivales (autogol de Jorge Guagua y uno de Michael Arroyo), que llegaron en el primer tiempo, cambiaron las sonrisas de los simpatizantes por largas y apáticas muestras de amargura.
Algunos, insinuaron con gritos que la culpa del fracaso deportivo era de la dirigencia. Otros, más severos, invocaron al equipo de reserva que jugó ante el Manta, cuando el primer plantel se declaró en huelga y no viajó.
Marlene se solidarizó con los jugadores. Al voltear su mirada, atinó a decir: “Ni que fueran santos para jugar de a gratis”. El número de asistentes se redujo con el paso de los minutos. Pocos estuvieron para gritar el gol de Javier Chila.
Al final, los organizadores, aunque tristes por el resultado y decepcionados por la poca acogida al evento, se sintieron tranquilos por aportar con el club de sus amores. Ellos tenían previsto entregar anoche el ánfora con todo el dinero recaudado (sin contar) a la dirigencia, para que se pueda cubrir en parte la deuda con el plantel.
Curiosos en el estadio
Un grupo de hinchas de Barcelona llegó al estadio Atahualpa a preguntar si vendían entradas. Pero al ver las boleterías cerradas se retiraron.
En los exteriores del complejo de Carcelén, 60 integrantes de la Policía vigilaron que no se produjeron disturbios.
La proyección del partido fue deficiente en la lona, lo que también provocó que los hinchas del Quito dejaran el complejo.