Eduardo Cedeño (izq.)nació el 3 de octubre del 2003 en Flavio Alfaro, Manabí, es subcampeón nacional y tercero en los Juegos Nacionales Prejuveniles. Anggelina Cedeño (izq.) nació el 8 de agosto del 2005 en Flavio Alfaro, Manabí, es campeona y vicecampeona de los Juegos Nacionales de Menores (2018 y 2019). Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Desde hace dos años, Eduardo y Anggelina Cedeño residen en dos viviendas. De lunes a viernes lo hacen en la villa de la Federación Deportiva de Manabí y los fines de semana visitan a sus padres, Carlos Cedeño y Beatriz Yánez.
Durante los días laborables, los taekwondosistas de 16 y 14 años viven a 121 kilómetros de sus progenitores. Esa es la distancia entre el cantón manabita Flavio Alfaro (donde radican sus padres) y Portoviejo. En esta ciudad habitan, se alimentan, estudian y se entrenan. Ambos tienen una beca de la federación provincial.
Como parte del apoyo, los hermanos Cedeño estudian en la Unidad Educativa Manabí Tecnológico de Portoviejo. Regresan a la villa, se cambian, almuerzan y se dirigen a los entrenamientos dirigidos por Roynar Ponce y Carlos Balda. Por la noche hacen los deberes y se van a dormir en sus respectivas habitaciones.
Anggelina llegó a Cuenca para participar en los Juegos Nacionales de Menores y después de difíciles combates se clasificó a la final, en la categoría light. Anteayer por la noche, se quedó con la medalla de plata tras perder con la orense Mayté Preciado, en una decisión arbitral discutida. Estuvo con sus padres, quienes la consolaron luego de la derrota.
Ambos incursionaron en el taekwondo con la dirección técnica de su padre. Eduardo empezó a entrenarse a los 13 años, luego de sobresalir como futbolista en los torneos cantonales y provinciales. Lo hizo porque pese a sus destacadas actuaciones como volante ofensivo, no recibía los mismos reconocimientos que su hermana menor.
Anggelina comenzó más pronto. A los 9 años se incorporó a las artes marciales aprovechando una colonia vacacional que era dirigida por su progenitor. En poco tiempo demostró su talento y participó en los selectivos provinciales. El año pasado, en Ibarra, fue campeona de los Juegos Nacionales de Menores.
Eduardo y Anggelina han representado al país en competencias internacionales. Han viajado a Estados Unidos, Colombia y Perú. La meta es competir en campeonatos mundiales y clasificarse a los Juegos Olímpicos. La taekwondosista de 14 años va más allá: “Me preparo para ser medallista en unos Juegos Olímpicos”.
Beatriz Yánez, quien con abrazos y caricias consoló a su hija tras perder la medalla de oro en Cuenca, dijo sentirse orgullosa y bendecida. A su criterio, el taekwondo les ayudó a formar su carácter y a ser disciplinados. “Son buenos estudiantes, valientes deportistas y con una personalidad que me asombra cada día”.
Yánez reconoce que es difícil permanecer alejada de sus dos únicos hijos, pero también está consciente que todo sacrificio tiene su recompensa. Ella y su esposo están en permanente contacto con los dos, incluso los acompañan a todas las sedes en donde se realizan los campeonatos nacionales. La única vez que Anggelina viajó sola fue al Panamericano en Portland, EE.UU.
El padre de los seleccionados nacionales, en cambio, destaca la calidad técnica. Son taekwondosistas que manejan todos los esquemas, patean por ambos lados, por los laterales, pegan retrocediendo y avanzando, entre otras características. Él está convencido que sus hijos darán grandes alegrías al país.
Hasta antes de radicarse en Portoviejo, Eduardo y Anggelina se entrenaban con su padre en Flavio Alfaro.