Los expertos de concesionarios y talleres autorizados deben revisar el sistema.
El correcto funcionamiento de un vehículo está asociado directamente con el cuidado preventivo que el propietario le dé a diario.
Un estilo de conducción relajado y cuidadoso puede alargar la vida útil de la mayoría de componentes de un automotor. Uno de los sistemas que necesita mayor atención es la suspensión, pues esta tiene dos funciones importantes en el desempeño vehicular: generar comodidad a los ocupantes y brindar seguridad en la ruta.
La primera tarea se cumple gracias al trabajo de los amortiguadores, resortes, barras estabilizadoras, entre otros elementos. Estos son los encargados de minimizar la transmisión de movimientos al habitáculo que se generan al pasar por un bache, o al conducir sobre superficies irregulares.
Por otra parte, la suspensión juega un papel importante en la seguridad, al ser la encargada de generar estabilidad para que el vehículo pueda desplazarse correctamente a altas velocidades.
Los concesionarios de cada marca tienen establecidos controles de este sistema cada cierto kilometraje, es así que se garantiza la revisión de este sistema periódicamente y bajo los más altos estándares de calidad. Por su parte, quienes llevan sus vehículos a talleres particulares deben solicitar un control específico cada vez que lo consideren necesario.
Según los expertos, un automotor puede presentar ‘síntomas’ que sugieren que la suspensión tiene algún problema; por ejemplo, cuando no amortigua correctamente un golpe, si se muestra inestable al tomar curvas o cuando el vehículo
no sigue con precisión la ruta trazada por el volante.
En estos casos es recomendable llevar el auto a un centro especializado para que los expertos lo revisen y realicen un diagnóstico adecuado y preciso de la posible afectación. Los controles se deben realizar independientemente de si el vehículo es nuevo o no.