El pasado martes Danne González corrió y jugó fútbol por más de dos horas con el estómago vacío. El tiempo y el dinero son escasos para el joven esmeraldeño de 18 años que día a día se moviliza, desde Carcelén hacia diferentes sectores de la ciudad, para entrenarse con sus compañeros en la Sub 18 de Deportivo Quito.
La crisis que agobia a González, quien subsiste en la capital con los USD 100 mensuales que le envían sus padres, es la misma que complica a dicha categoría.
De esa división precisamente, provienen los jugadores que actuarán como juveniles este año en los equipos de Primera, de la Serie A, tras la disposición de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).
Ese día, González esperó hasta la hora del almuerzo para llenar su estómago, acostumbrado a soportar ayunos involuntarios.
Así como el técnico Geovanny Arias busca a diario una cancha para entrenar a sus pupilos, ya que Dep. Quito solo tiene espacio para los jugadores de Primera, asimismo busca este futbolista un lugar para almorzar. Él vive en la casa de su amigo Fabricio Obando y ninguno de los dos prepara la comida.
A diferencia del plantel de Primera, estos juveniles no reciben la fruta de la media mañana, tampoco bebidas hidratantes. Para calmar la sed, los jugadores disponen de unos botellones con agua.
El pasado martes, el líquido vital, que muchas veces llega al botellón directamente del grifo, fue transportado a la liga barrial Rumiñahui, en el norte de la ciudad, en el auto del DT Arias.
Este estratega, con 15 años de experiencia, también madrugó ese día al complejo de Carcelén para traer los balones, conos y material para socorrer a los jugadores en caso de que alguno sufra un accidente en medio de la práctica.
La realidad económica del Deportivo Quito no le permite a Arias contar con un preparador físico ni con un médico ni psicólogo… Su amigo Fernando Andrade, a quien conoció en el servicio de utilería hace seis años, es hoy su asistente.
Con pito en mano, Andrade vigiló por 15 minutos el trabajo de los jugadores que integran la categoría Sub 18, mientras Arias narró la realidad del equipo azulgrana.
Así como no hay dinero para contratar a más personal capacitado para formar a los futuros Antonio Valencia, Cristian Benítez, Felipe Caicedo… tampoco hay recursos para brindarles una ayuda económica a los deportistas. “Ni para los pasajes”, sostuvo Arias, y lo confirmó Kevin Coba, de 17 años.
Este futbolista practica gracias al apoyo de sus padres, los que le compran los zapatos de entrenamiento, le regalan para los pasajes y para un ligero refrigerio.
En ocasiones, dependiendo de las necesidades de sus tres hermanos, Kevin no recibe de sus progenitores dinero para servirse una fruta a media mañana. “La situación es así a veces”, resaltó Coba.
Este panorama, sin duda, complica los entrenamiento de los juveniles en el equipo chulla, pero también los motiva para esforzarse y ‘pelear’ por un lugar en Primera para sumar un sueldo digno.
Hasta el martes, Arias continuaba barajando los nombres de los cuatro o cinco talentos que enviaría al técnico Rubén Darío Insúa.
Los criollos confían en las promesas de los españoles Hasta el martes estaba grabado en la mente de David Torres, de 17 años, el viaje que realizaron el año pasado a Loja, desde Quito. Él no se olvida de esa travesía porque fue desagradable. A Torres le resultó agotador recorrer las carreteras del país durante 15 horas en un bus con capacidad para 30 personas, pero que al final transportó a 40. “Se sentía que no había dinero”.
Si bien la realidad económica del equipo no ha cambiado, Torres y su compañero Aníbal Chalá presienten nuevos bríos. Eso se da tras la presencia de la firma Mónaco Capital Group, integrada por empresarios españoles que aportaron con el USD 1 millón (como aval) que necesitaba El Nacional para hacer un préstamo de USD 10 millones en el Banco de Guayaquil.
De los USD 6 millones que invertirán en El Nacional, al menos el 30% irá a las categorías formativas, según Hugo Villacís, presidente de los puros criollos.
“Dicen que ahora tendremos un refrigerio, que habrá desayunos”, contó sonriente el ‘Gato’, como apodan a Torres sus compañeros.
La primera buena impresión de ese cambio ya la palpó Chalá. El viernes la directiva alojó a los jugadores en el Hotel Miraflores, uno de los mejores de Ambato, un día antes del cotejo ante Macará. “La comida estaba bien, había Internet”, dijo el jugador de 16 años.
Él también resaltó los USD 4 que le entregaron para cubrir su movilización de la semana, dinero con el que no contaron en el 2012.
Eso, más los USD 200 que recibe por su aporte en el club criollo, le permiten ayudar a su mamá con quien vive en Tumbaco, a 10 minutos del Complejo El Sauce, donde se entrena a diario.
En el transcurso de esta semana estaba previsto que la directiva entregue a los jugadores los nuevos uniformes y zapatos. Con el paso de los días se espera la implementación del servicio de desayunos.
Por ahora, los chicos que cumplen con la doble jornada ya pueden almorzar en el complejo, que además cuenta con tres canchas, vestuarios y duchas.
Con el apoyo de la firma extranjera, el DT Henry Valencia espera que El Nacional vuelva a ser el semillero de talentos del que salieron Antonio Valencia, Félix Borja…