Ruth Llivisaca nació el 10 de agosto de 1974 en Cuenca. Sus hijos son Juan y Francisco Illescas, de 23 y 12 años. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Hace siete años, Ruth Llivisaca se divorció del padre sus dos hijos: Juan y Francisco Illescas, de 23 y 12 años. Tras esa separación cambió su estilo de vida. Incursionó en el atletismo y hasta la fecha ha competido en seis maratones, una de esas sin zapatos.
Ella está consciente que en un divorcio la culpa es compartida. Con esa realidad, cada uno asumió destinos diferentes. En su caso, “dije Dios mío, déjame saber para qué soy buena, y él me dio esta segunda oportunidad”. Tenía 37 años y ningún tipo de experiencia en pruebas atléticas.
Con su testimonio demuestra a la sociedad que nunca es tarde para comenzar. A su criterio, el paso más importante es decidirse. “Quise demostrarme a mí misma que soy capaz de alcanzar metas, nuevos objetivos”. Se considera una atleta con inclinación a correr en las montañas y pruebas de larga distancia. Conoce la mayoría de los cerros de Cuenca.
Su primera carrera de larga distancia fue entre Cuenca y Azogues, cubriendo cerca de 34 kilómetros. Allí, asegura, volvió a nacer. En cada kilómetro hacía terapias de sanación.
La atleta de 44 años hace una analogía entre la vida y la maratón. A diario se presentan obstáculos y no se puede evadirlos, “tenemos que afrontarlos y superarlos, igual sucede en una carrera”.
Hace un mes, en Cuenca, Llivisaca participó descalza y lo hizo por primera vez en una maratón. Antes corrió la Quito Últimas Noticias 15K, sin zapatos y con vestido rojo, acompañando a los ‘Caballeros’ de la competencia. Esa forma inusual de correr la asumió hace un año, con el propósito de cumplir las promesas que con frecuencia hace a Dios.
Para ella, lo primordial es prepararse psicológicamente. Tras cubrir sus primeros 42 kilómetros descalza terminó sin un raspón en las plantas de sus pies, pese a los diferentes tipos de suelo (asfalto, cemento, tierra…). “Soy creyente y considero que fue un milagro de Dios”. En carreras más cortas y con zapatos, ha terminado con ampollas hasta en el dedo más pequeño.
El maratonista Juan Pilataxi define a Llivisaca como una ‘chasqui moderna’, que intenta trascender en el mundo del atletismo. Él recuerda que hace 25 años tuvo su primera impresión al respecto, cuando en Río de Janeiro vio correr descalzos a indígenas brasileños.
También cuenta que este año se sorprendió cuando observó a Ruth sin zapatos y con vestido en la carrera Quito-Últimas Noticias. A modo de broma dice que corriendo descalza se ahorra en zapatos, aunque considera que deben existir algunas repercusiones.
Vicente Brito, médico deportólogo, se sorprende que la atleta no haya sufrido heridas en las plantas de sus pies durante la maratón. “Es algo excepcional”. Desde la parte médica, advierte, hay un proceso lesivo permanente.
Para Llivisaca el podio es secundario, lo importante es cumplir los desafíos personales. Ella se entrena tres días laborables de 05:00 a 06:00, cubre entre 8 y 10 km. Los fines de semana sale con su hijo menor y el grupo KM 42 a los cerros de Cuenca como Monjas Huaico, Turi, Icto Cruz, Cabogana, El Boquerón, La Boca de Pez y Barabón. También ha trepado el Chimborazo, Cotopaxi…
Trabaja como secretaria en el Hospital del Río, de la capital azuaya. No pierde la ocasión para invitar a correr a los médicos y enfermas. “A veces me dicen que estoy loca, pero cuando comparten mis experiencias se quedan maravillados”.