Universitaria Amateur tienen una cantera de 60 futbolistas. Fotos: Alfredo Lagla y Julio Estrella/EL COMERCIO
Aprendió a jugar fútbol a los 7 años, en la Academia Alfaro Moreno. Allí pulió su técnica con la pelota y aprendió de táctica. Valery Iguago, de 20 años, es delantera y juega en el Galicia de La Floresta, un equipo de fútbol barrial.
También hace goles para el Quito Fútbol Club. Ella está rodeada por gente futbolera de su familia, pero reconoce que aún la miran de forma distinta cuando corre en los estadios.
“Hay personas que creen que no podemos hacer lo mismo que los hombres, que somos toscas, que somos como marimachos”, confiesaIguago.
No es el único caso. Ana Carolina Lara, asistente técnica de la Universidad San Francisco, está convencida de que en el país el fútbol femenino es amateur, en todos los aspectos, y está envuelto por prejuicios.
A través de las redes sociales, Lara ha leído todo tipo de mensajes por sus opiniones y cuestionamientos al campeonato nacional de mujeres.
La exfutbolista y psicóloga está segura que hay criterios emitidos desde el desconocimiento sobre el rol del fútbol femenino en la sociedad. “Aún se busca la equidad y el respeto a las mujeres en el fútbol y en el deporte en general”.
Desde la organización del campeonato femenino de este año hasta lo que pasa a nivel barrial, son los síntomas de los problemas que hay y de los prejuicios que existen al ver mujeres correr tras una pelota.
Por ejemplo este año, a nivel profesional se jugaron dos etapas del campeonato con 12 equipos, en dos semanas, y el campeón de este año recién saldrá en el 2018. Los partidos no tuvieron la convocatoria de aficionados en los estadios.
Los aficionados que siguen con interés el torneo son los familiares de las futbolistas. Por primera vez, se transmitieron los partidos a través de las redes sociales. Los partidos de fútbol de mujeres aún captan otro tipo de miradas.
Así lo sienten sus protagonistas. Vanessa Arauz, entrenadora de fútbol de la Selección, dice que las diferencias entre el fútbol masculino y el femenino son visibles en el país y a escala mundial.
En su época de futbolista sintió que habían prejuicios. “Escuché a gente decir que las chicas deben estar lavando platos, no jugando.
He visto comentarios que dicen que el fútbol femenino no debería haber, porque es una pérdida de tiempo”, manifiesta Arauz.
Este año, con un presupuesto de USD 155 565, la Comisión de Fútbol Amateur (Confa) organizó el torneo para dar actividad a cerca de 350 futbolistas que se entrenaron todo el año.
Las deportistas no reciben salarios por esta actividad y se desencantan por el nivel del torneo profesional que existe. En algunos casos hay apoyo económico de USD 50 y 60.
Joselyn Espinales, volante del club Unión Española y seleccionada Sub 20, ha sufrido porque no hay escuelas de fútbol femenino y por la falta de un torneo competitivo. A nivel barrial también se juega solo por el amor a la camiseta.
Milena Almeida, directora del Instituto de Investigación en Igualdad de Género y Derechos de la Universidad Central, argumenta que el deporte femenino es uno de los escenarios de mayor discriminación para las mujeres.
“Hay una actitud sexista de prejuicios. Es decir, una mujer con alto rendimiento no es mujer. Porque (los hombres) tienen demasiada fuerza, las mujeres son reconocidas como el sexo débil”.
Entre el 2013 y este año se han organizado cinco campeonatos nacionales y se han invertido USD 1,2 millones entre la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) y el Ministerio del Deporte. La inversión no ha sido suficiente para levantar una estructura sólida y dar paso al profesionalismo. A eso se suma que los prejuicios han sido permanentes.
Desde el próximo año, los clubes profesionales tendrán que contar con un equipo femenino o firmar convenios.