La presencia de ceniza que cayó en Azuay procedente del volcán Tungurahua alteró el normal desarrollo del Nacional de Tiro con Arco que finalizó ayer en Cuenca. La Federación Ecuatoriana de este deporte, organizadora del torneo, entregó mascarillas a los 110 deportistas de cuatro provincias y tres clubes participantes.
No todos las usaron porque se sentían incómodos, decían que estorbaban, incluida una jueza que llevaba la mascarilla en su cabeza. Pero sí hubo disparadores y jueces que se protegieron de la ceniza que se levantaba de la cancha de fútbol al caminar o por el viento que soplaban en el Cuartel Dávalos, lugar de competencia.
La ceniza apareció en los techos de los toldos, en los tubos que separaban la cancha, en la mesa donde se elaboraban las planillas de juego. Pero, la mayoría de deportistas le dio más importancia a la competencia. “Nos concentramos en ganar”, comentó la pichinchana Rebeca Cárdenas, ganadora de una medalla de oro en la categoría juvenil.
Los rivales y la ceniza no fueron los únicos obstáculos para los competidores de las categorías infantil, cadetes, juvenil, sénior y máster. También se hicieron presentes los mosquitos y un sol asfixiante. Los disparadores usaron bastante protector solar y se pusieron gorras que protegían hasta las orejas y el cuello.
La novedad de este campeonato fue la reaparición de Estefanía Mora, oriunda de Bolívar, quien dejó de competir un año para convertirse en seleccionado de Pichincha. “Me siento bien tratada y una pichinchana más”, sostuvo sonriente. Ella ganó una medalla de oro y tres de plata.
Pichincha y Azuay se repartieron el mayor número de preseas de oro. El quiteño José Álvarez sumó cinco medallas de oro en la categoría juvenil; luego están Diego Crespo y Kevin Vargas, con tres y dos doradas, en ese orden. Por Azuay sobresalieron Allison González, Ana Pérez y Ana Heredia, con cinco, cuatro y tres medallas de oro.