Fue temprano el gol de Lionel Messi. A los 10’, de penal, permitió que Argentina, al terminar el primer tiempo tena la ventaja de 1-0. Fue un penal que avisó el VAR.
Luego metió tres goles más, uno de Messi y dos de Lautaro Martínez., a los 22, a los 27 y a los 35 minutos. Pero no fueron goles. Todos fueron en off side, según dijo el VAR y al sistema semitautomático para el fuera de juego.
Y en verdad fueron en off side. En los primeros 45 minutos, el juez de línea alzó la banderola para invalidar una jugada en siete ocasiones. Todos estos fuera de juego son resultado del sistema que impuso el técnico de Arabia Saudí, Hervé Renard, de nacionalidad francesa. Una línea defensiva que se adelantaba en el terreno, un equipo que no permitía que Argentina se sintiera cómoda en el campo de juego.
Mientras Arabia Saudí no fue el equipo tan débil como se suponía ante la Argentina de Messi, que se presenta como favorita para ganar la Copa del Mundo. Si bien no tuvo un solo remate al arco, logró avanzar, aunque con ingenuidad. Presionaba desde cerca de la media cancha para provocar errores en los argentinos.
Y en el segundo tiempo, gracias a un error en zona defensiva, fruto de la presión, Saleh Alshehri, con un remate cruzado, anotó la igualdad 1-0, en el minuto 48.
Ya Argentina no pudo encontrarse. Fue equivocación tras equivocación. Y para sorpresa de todo el mundo, Arabia Saudí se puso en ventaja con un golazo impresionante desde el límite del área, un remate igualmente cruzado de Salen Aldawsari, a los 53 minutos. Argentina, entonces, tuvo que aprender a manejar su propio sistema nervioso y tratar de descifrar un equipo que se mantuvo compacto y que aprovechó los errores. Con solo dos remates, está ganando 2-1.
Argentina no supo descifrar finalmente el sistema y la disciplina táctica de Arabia Saudí; no se resignó a dejar de atacar. Los saudíes se defendían con cinco cuando Argentina se acercaba a su área. Su despliegue físico fue impresionante. Cometió 21 faltas y tuvo seis tarjetas amarillas, algo propio de un equipo que no tiene tanta tradición ante aquellos que son los eternos favoritos y que tiene en sus filas al mejor del mundo. Fue un equipo con convicción.
Mientras Argentina no se encontró, no tuvo asociaciones entre sus jugadores, algo fundamental en un juego colectivo. Si bien tuvo más el balón, presionado por su historia, Argentina no tuvo un juego claro. Probablemente, esos tres goles invalidados afectaron los ánimos del equipo que terminó el encuentro desesperadamente, con una derrota a cuestas, que, en el partido de debut mundialista, presenta un panorama oscuro de cara a los próximos partidos con México y Polonia. Arabia Saudí, en cambio, sueña en grande porque el triunfo fue grande.
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