Muhammad Ali, campeón mundial de pesos completos del boxeo, se enfrentó al japonés Antonio Inoki en 1976. Imagen tomada de la página www.wrestledelphia.com
El combate entre Conor McGregor y Floyd Mayweather que hasta el momento produjo un récord de dinero en apuestas con USD 70 millones que controla el Estado de Nevada, en Estados Unidos, ya tuvo un antecedente en 1976, en una pelea que enfrentó a un boxeador y un luchador.
Se trata del combate entre Muhammad Ali, quien era campeón mundial de pesos completos del boxeo, frente al japonés Antonio Inoki, un luchador muy reconocido por aquellos años en Asia.
Todo comenzó con una bravuconada de Ali, de 35 años en aquel entonces, quien solo acumulaba dos derrotas en más de cincuenta peleas dentro de su palmarés -contra Joe Frazier en 1971 y Ken Norton en 1973-, pero con una carrera ya en declive.
Ali buscaba otros retos, menos exigentes y más mediáticos. El presidente de la Asociación de Lucha Amateur de Japón le recordó a Ali que no había ningún oriental que lo desafiara y que pagaría un millón de dólares al que logre derrotar al campeón mundial de boxeo de pesos completos.
La propuesta no tardó en llegar a oídos del luchador Muhammad Hussain Inoki -de nombre artístico Antonio Inoki, en honor al italiano Antonino Rocca-. El asiático recogió el guante y elevó la bolsa del combate, con un ofrecimiento de seis millones a Ali si lo derrotaba.
El Budokan de Tokio, templo de las artes marciales niponas, fue el escenario escogido el 26 de junio de 1976 para un combate sin precedentes. Inoki, ícono de la lucha libre japonesa, ya tenía experiencia en combates mixtos contra karatecas y judocas. Cerca de 15 000 personas siguieron el combate en directo, mientras que aficionados de 34 países lo miraron por televisión.
Las primeras disputas entre los representantes de ambos deportistas se dieron al establecer las reglas del combate, por tratarse de deportistas de dos disciplinas diferentes. Las posibilidades de Inoki estaban muy limitadas cuando le prohibieron realizar derribos, proyecciones o patadas sin tener un pie en el suelo. Ali, en cambio, podía utilizar sus puños y realizar patadas.
Se quería evitar, a toda costa, la humillación de Ali o de Inoki ante una derrota, debido a la exposición mundial del evento. Solo se debía resolver si sería ser una pelea legítima o una exhibición teatralizada. Nadie se fiaba de la táctica que cada oponente iba a utilizar. Años más tarde se reveló que todo fue un montaje que acabó sin ganador, como finalmente ocurrió.
Durante la promoción del combate, Ali tuvo que ser contenido por los suyos tras entender que Inoki le habría llamado ‘pelicano’ en referencia a su prominente mandíbula. El nipón, que compartía con el estadounidense su 1,91 m de altura, no se dejó amedrentar, y llegó con una muleta, tras amenazar al boxeador con romperle un brazo en la pelea.
Ya en el ring del Budokan, se vio un espectáculo grotesco. Inoki pasó gran parte de los 15 asaltos en el suelo lanzando patadas bajas a Ali, quien llegó a subirse a las cuerdas del cuadrilátero para evitarlas. El estadounidense, ante la imposibilidad de golpear a Inoki en el rostro, optó por las patadas e intentó agarrarlo por las piernas. Casi todo el tiempo pasó danzando alrededor de su oponente.
Las burlas de Ali hacia Inoki fueron constantes, mientras el nipón se arrastraba por el suelo. Recién en el séptimo asalto, el estadounidense conectó el primero de los tres golpes que logró contra su rival. Inoki, en cambio, fue mucho más agresivo con sus patadas en las piernas de Ali, sobre todo en la izquierda, que le provocaron un coágulo.
El nipón, que luchó sin guantes, calzó unas botas con unos ojales que provocaron heridas en el estadounidense. Días después de la pelea, se dijo que Ali estuvo a punto de perder la pierna por las secuelas de aquel combate que acabó en empate, y con Inoki más enojado que Ali por no haber ganado.
Muhammad Ali, uno de los mejores boxeadores de la historia, visitó Ecuador en 1994. Él asistió a la pelea entre Segundo Mercado y Bernard Hopkins que finalizó en empate. Foto: archivo / EL COMERCIO
Los dos luchadores conservaron intacto su honor, sin embargo lo sucedido sobre el ring indignó a los japoneses, cuando el juez decretó el empate. Llovieron objetos sobre el cuadrilátero como muestra del enfado. Reclamaban por sentirse engañados.
Inoki continuó unos años más participando en combates de lucha libre profesional en suelo norteamericano. Sus enfrentamientos contra André el Gigante fueron habituales en años posteriores a la pelea contra Ali, antes de cambiar el deporte por la política, función en la cual llegó a entablar reuniones con Fidel Castro y Sadam Husein para la liberación de presos en Iraq antes de la Guerra del Golfo. Husein incluso le regaló a Inoki un par de espadas doradas.
Ali, en cambio, alargó su carrera pugilística cinco años más, hasta su retiro a los 39 años de edad, en 1981. Sumó cuatro victorias y tres derrotas antes de colgar los guantes, entre los que destaca el triunfo ante Joe Frazier en Manila.
En los últimos combates de Ali ya mostró algunos síntomas de parkinson, enfermedad diagnosticada tres años más tarde.
“Se ha ido el más grande arriba y abajo del ring”, señaló Inoki luego de conocer la muerte de Ali, el pasado 3 de junio de 2016.