Marissa Gabriela Tamayo del club 7 de Febrero de Los Ríos. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
No tiene ni 15 años, pero lleva la mitad de su vida jugando al fútbol. “Siempre me gustó ser arquera, desde que empecé, cuando tenía 7 años. Un guardameta no se puede equivocar, tiene muchas responsabilidades, por eso me gusta esta posición”, dijo Marissa Gabriela Tamayo.
La cuencana forma parte del club 7 de Febrero de Los Ríos, que disputa el Campeonato Nacional de Fútbol femenino. Se entrena toda la semana en su ciudad y se encuentra con sus compañeras de club, en las localidades donde el calendario lo determine. “En Cuenca tengo mi club, Independiente JL. El año pasado pude llegar a un acuerdo con la dirigencia de 7 de Febrero y desde octubre juego con ellas. Cuando puedo viajo a entrenarme con mis compañeras, pero como ahora estamos en exámenes en el colegio, no lo he realizado”.
Ella es de las arqueras que habla constantemente durante los 90 minutos en la cancha. Pide a sus compañeras que no dejen solas a las delanteras rivales, que tomen ubicación dentro del área para despejar el balón lo antes posible y hasta las felicita por una buena acción. “Esas son mis obligaciones, hablar constantemente y empujar a mi equipo en todo momento, más cuando estamos perdiendo”.
El sábado pasado estuvo en Quito para el cotejo entre LDU-A y 7 de Febrero. El conjunto albo abrió el marcador al minuto 10 tras la ejecución de un lanzamiento penal. Al finalizar del partido el conjunto fluminense venció 2 por 1 y pese a recibir las felicitaciones de su entrenador y sus compañeras -porque ganó dos mano a mano- se reprochaba por esa acción del penal.
“Pude haber hecho algo más, me lancé a destiempo”, dijo la chiquilla. Tal vez su reproche tiene que ver con el hecho de que ella sí ha atajado penales. En un torneo en Cuenca, fue premiada como la mejor arquera del torneo. Recibió como premio un par de guantes.
En estos últimos partidos, 7 de Febrero ha jugado sin Ligia Moreira, quien se fue al fútbol de Colombia. La ausencia de Moreira, también seleccionada nacional, se siente en el conjunto verde, “pero quienes están en su lugar están trabajando muy bien”.
Para Marissa, sus 14 años y su 1,61 metros de estatura no son ningún problema para jugar en esa posición. “Con mucho trabajo y responsabilidad se supera cualquier obstáculo, no me siento en desventaja para pelear mi titularidad ”.
Está muy motivada porque la seleccionadora Vanessa Arauz la convocó a los dos microciclos que realizó la preselección nacional en Cuenca. “Ahora quiero llegar a la Selección y participar en torneos internacionales. Mi sueño es fichar para un equipo del extranjero, de Estados Unidos en especial”.
Agradece a sus padres que siempre respaldaron su decisión de ser futbolista. Cuando tenía 7 años les pedía a ellos que le llevaran a entrenar en la Escuela de Alfaro Moreno, con varones. Ahora son quienes le acompañan a cada cancha donde le toca jugar.
Tiene una colección de 15 a 20 buzos de arquera, pero los morados son sus favoritos. Admira al español Iker Casillas y a escala nacional quiere mirar a todas las guardametas para decidirse por una.