Los integrantes del equipo Sub 12 de Independiente del Valle festejan un título que ganaron en el 2010, en las canchas del complejo de Sangolquí. En la foto, Renny Jaramillo, Alan Franco y Yeison Guerrero. Foto: Cortesía Francisco Quiñónez
Tres generaciones de jugadores del Independiente del Valle estarán presentes en la semifinal de vuelta de la Copa Sudamericana. Luis Fernando León representa a la camada exitosa que llegó a la final de la Libertadores en el 2016. Es el único que queda de esa plantilla que era dirigida por el DT Pablo Repetto.
El zaguero de 26 años lleva la banda de capitán. Se la ganó por la antigüedad que tiene en la institución. Como líder de los rayados, trata de acoger a los nuevos (en su mayoría extranjeros) y a los canteranos que suben al primer equipo.
Suele hablar con frecuencia con Darlin Leiton, Pietro Hincapie, José Hurtado, Joan López y Fricson Borja. Los cinco se entrenan con el primer plantel desde este año. Un premio que pocos alcanzan y que les permite crecer profesionalmente.
Fernando León. El defensa de 26 años lleva una década en el equipo. Debutó en la Sub 16. Foto: Cortesía Francisco Quiñónez
“León es el último jugador que queda de esa generación que le tocó ver el crecimiento del club desde que comenzó el proyecto. Es nuestro canterano con más experiencia”, asegura Luis Roggiero, gerente deportivo del club.
Detrás de ellos está otra camada que se benefició con el crecimiento institucional del Independiente. Ángelo Preciado, Bryan Rivera, Anthony Landázuri, Alejandro Cabeza, Alan Franco y Washington Corozo ahora son el rostro de una renovada plantilla que tardó tres años para consolidarse. La mayoría llegó a la Sub 14 y Sub 16. Ellos forman parte de la generación 1998-1999.
“Estos jugadores se formaron con los dos modelos de trabajo que ha tenido el equipo. Vieron el crecimiento institucional de Independiente y con un complejo en mejores condiciones”, asegura el gerente deportivo.
Washington Corozo. El delantero llegó a la Sub 14 en el 2012. Ahora tiene 21 años y está en Primera. Foto: Cortesía Francisco Quiñónez
Franco recuerda esa época de juvenil. Se crió en las canchas con Corozo, desde la Sub 12, y también con Janus Vivar y Johnny Quiñónez, quien pasó al Aucas y hace un mes se fue al Willem II, en Holanda.
“Fue una linda época. Recuerdo cómo nos divertíamos y la hermandad que había en ese equipo. Todos los días subíamos a la cancha principal para ver al primer equipo. Nos metíamos a la cancha a jugar de vez en cuando con algunos de ellos”, asegura Franco.
Esta generación pasó por las manos del argentino Guillermo Duró. El exestratega del Deportivo Cuenca y Juan Carlos León, actual DT del Independiente Jrs., fueron los encargados de darles carácter y perfeccionar la técnica antes de que llegara el modelo catarí de Aspire (2015-2016).
Franco y Corozo vivieron juntos en el complejo de Chillo Jijón hasta los 18 años, cuando las instalaciones estaban en expansión. Ellos se agregan a los centenares de futbolistas que se han formado en el club.
Con la llegada del entrenador español Miguel Ángel Ramírez se inició la búsqueda de una nueva generación. Ahora, en el equipo que él dirige se entrenan cinco nacidos en los años 2001 y 2002.
El técnico impulsó el modelo ‘7+4’, que consiste que la alineación del equipo principal este conformada por siete jugadores de la cantera y cuatro extranjeros o de otros clubes.
Ramírez hace pedagogía con los canteranos después de cada entrenamiento. En su tableta guarda sus registros y también hace seguimiento de cómo les va en los colegios.
“Este año tuvimos el caso de Leiton. Él ya debutó en el primer plantel, pero su continuidad se vio condicionada por su rendimiento escolar. Se quedó a supletorio al concluir el sexto curso y el cuerpo técnico habló con él. Al final mejoró, pasó el año y ahora es parte de los juveniles”, revela Roggiero.
A Ramírez le gusta que sus jugadores lo vean como un padre, como un docente que los ayuda a mejorar. Él define su esquema como ‘colaborativo’. “Me gusta que todos den ideas de cómo jugar, de cómo debemos movernos. Que cada uno sea importante en su sitio”.
Leiton y Leonardo Realpe encabezan la tercera generación de jugadores formados por el cuadro sangolquileño. A diferencia de las dos anteriores, ellos aprovecharon el nuevo modelo de entrenamiento.
Se les inculcó el estilo de juego que ahora pretende el club y que se ha logrado institucionalizar con Ramírez, desde la Sub 12 hasta el equipo semifinalista de la Copa Sudamericana, que hoy buscar llegar a la final.
Luis Caicedo celebra un gol de Independiente, en la Libertadores del 2016. Foto: Archivo AFP
A puertas de una final continental, tres años después
Es un caso inédito en el fútbol ecuatoriano y con pocas referencias a nivel internacional: un equipo como Independiente que no ha levantado una copa nacional pero que, sin embargo, ya disputó una final de la Copa Libertadores (2016) y que ahora se juega su paso a su segunda final regional: la Copa Sudamericana.
En el equipo existe la convicción de que este es el momento de ganar algo, de empezar a levantar trofeos. Así lo sostiene su presidente Franklin Tello y los demás miembros de la directiva.
Solo un futbolista de la actual plantilla –Fernando León– se mantiene en el equipo que alcanzó la final de la Libertadores. Jugadores como Bryan Cabezas, José Angulo y Júnior Sornoza fueron negociados al exterior.
Formar jugadores, educarlos, potenciar sus capacidades deportivas son conceptos fundamentales en una institución que desde diciembre del 2015 tiene una alianza con la Academia catarí Aspire. La entidad ayudó a Independiente a definir formas e identidad de juego y aportó a varios de sus profesionales, como el exgerente deportivo Roberto Olabe o el actual DT Miguel Ramírez, ambos nacidos en España.