Los hinchas violentos se resisten a dejar los estadios de fútbol de Ecuador. El sábado, en el estadio Olímpico Atahualpa, por poco se enfrentan en el entretiempo del partido entre Deportivo Quito y El Nacional.
Con las restricciones ordenadas para el ingreso de los aficionados sin bombos, banderas ni bengalas, las familias se estaban animando a acudir nuevamente a presenciar los partidos. Así se observó en las gradas en este encuentro, por ejemplo.
Sin embargo, al final del primer tiempo, un grupo de hinchas de ambos elencos empezaron a insultarse y provocarse en la general y preferencia sur. Se lanzaron líquidos y tres seguidores descamisados del cuadro azulgrana intentaron subirse las mallas, pero la Policía llegó y lo impidió. Finalmente, los agentes hicieron dos barreras y los problemas terminaron.
El partido entre chullas y criollos estuvo marcado más por las imprecisiones. Fue escaso en emociones y a momentos se volvió aburrido. Las mejores opciones estuvieron en los pies de los jugadores del Deportivo Quito, que finalmente concretaron una con Álex Colón, tras un error defensivo de Luis Lastra.
En las gradas, los hinchas vivían su fiesta, cantando y saltando. Los niños, hasta antes del incidente, vieron el cotejo identificados con sus camisetas, como en los tiempos en los que no existían las barras organizadas.
Al estadio llegaron cerca de 1 200 espectadores. Pero el momento más criticable fue cuando los hinchas del Quito recurrieron a gritos racistas para ofender a los jugadores de El Nacional, que abandonaron la cancha por el camerino sur. Imitaron los sonidos que hacen los gorilas, un acto que está prohibido por la FIFA y que normalmente suele derivar en una sanción para el club del cual se identifican los hinchas.
Así, aún se ve lejano el anhelo que tiene la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) de presenciar los cotejos sin mallas, como ocurre en Europa y ahora en Brasil. Lo cierto es que en este cotejo, que tuvo como trascendencia el ascenso del Quito al tercer puesto en la tabla acumulada, se dieron conatos de violencia solo con ese número de espectadores. Peor pudo ser el panorama si se jugaba por algo más importante y la asistencia era mayor.
Al final del cotejo, los hinchas criollos salieron resignados por la derrota, mientras que los chullas lo hicieron felices por el resultado. Eso sí, los dos escoltados por decenas de policías para prevenir nuevos incidentes.