José Lupo Guerrero estudia para obtener su título de DT. Vivió en España y ahora es entrenador de las formativas de El Nacional.
Le escuché decirles a los chicos que no se enamoren muy pronto y que no piensen mucho en el amor’ ¿Tuvo alguna mala experiencia?
(Ríe y muestra una estrella dorada en su diente). No, gracias a Dios ningún problema con eso. Pero sí les digo que no se enamoren tan pronto porque las mujeres siempre van a tratar de sacar provecho de un futbolista. La vida útil de un futbolista es de 10 años y para el amor hay toda la vida.
¿Además de cumplir la función de entrenador les enseña a tomar la sopa?
(Suelta una carcajada). No, siempre les digo que les pidan a sus padres que les den un buen segundo. Pescado, carne, pollo, arroz, verde. La sopa es pura agua y eso no es alimento.
¿Su estilo de decirles las cosas con bromas a los jóvenes de El Nacional, pareciera que los está malcriando?
No, siempre les hablo con bromas, con risas y molestando. Pero todo lo que les digo es verdad y eso lo pueden comprobar con un nutricionista y con cualquier persona que haya sufrido por amor. La intención es ganarme su confianza para pedirles responsabilidad y seriedad.
¿Los chicos le creen las historias de fútbol que usted les cuenta? Sus dirigidos eran muy pequeños cuando usted jugaba en El Nacional…
Sí, la verdad es que las historias que les cuento no las creen mucho, porque son pequeños para recordar. Siempre que les cuento algo se ríen y me piden que les lleve a la sede del club El Nacional, donde fue mi mejor etapa, para revisar las fotografías en las que aparezco. Dicen que es la única forma de creer mis testimonios.
¿Pero a usted, sí le hacían comer la sopa?
No, nunca he comido sopa, en mi casa no se come eso y sigo fuerte como un roble. A pesar de que muchas veces paso solo.
¿Y usted qué cocina cuando está solo?
No sé cocinar, a pesar de que tengo una madre que cocina delicioso, pero nunca intenté aprender ese arte. Así que cuando estoy solo trato de almorzar afuera.
Como padre’ ¿cómo le fue como consejero?
Bien, gracias a Dios siempre fui muy exigente con mi hijo (Fernando Guerrero juega en el Independiente del Valle). Estuve 10 años en España y cumplí uno de mis sueños viéndolo ser una buena persona que ayuda a quien lo necesita y también tuvo la suerte de jugar en el exterior. Además, sacrifiqué parte de mi vida por verlo triunfar.
¿Qué fue lo que sacrificó?
No estar en la muerte de mi padre. Ese fue el momento más triste de mi vida, porque él fue el mejor del mundo, siempre me apoyó y sobre todo nos formó como grandes personas y buenos trabajadores. Tengo una madre maravillosa y una familia que se siente contenta.
Para terminar’ ¿Alguna vez le pusieron algún apodo?
(Suelta una carcajada y se queda pensando por un instante). No, la verdad mis amigos nunca me bautizaron con algún sobrenombre. Siempre me llamaron Lupo, ‘Lupito’. Esto lo hacía ‘El chifle’ Mosquera, compañero mío en El Nacional.