Cómo una tapada puede cambiar un partido. Esa es la que se vio y se vivió ayer en el estadio Atahualpa. Y la protagonizó Marcelo Elizaga. El argentino-ecuatoriano mostró esa jerarquía al bloquear un remate de Walter Iza.
‘El Polaco’, como le dicen al golero de 39 años, agarró el balón y después se paró con él, caminando y mostrando su superioridad, en una acción que pudo ser el gol de Emelec, a los 76 minutos. Eso se parecía a lo que vivió cuatro días antes cuando un petardo cayó a dos metros, mientras se entrenaba en el complejo de Carcelén, y el golero ni siquiera se inmutó.
Esa acción de Elizaga dio muestras de su experiencia y de su revancha ante Emelec, club que no le renovó el contrato este año. Y eso fue por decisión de Nassib Nehme, presidente de los azules, quien ayer llegó al estadio y se sentó con Eduardo Maruri, ex presidente de Barcelona.
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Y después de lo que hizo el golero vinieron acciones de ambos equipos, más con actitud que por una estrategia. El Quito tuvo una ventaja de un jugador más desde los 58 minutos porque Emelec perdió a Eduardo Morante por expulsión. Y cuando los visitantes eran incisivos llegó otra exhibición de calidad de Matías Alustiza. El argentino, que mide 1,66 metros, dribló y remató de derecha, a un costado del arco de Wilmer Zumba. Eso terminó en gol y en una fiesta en las gradas y en la cancha porque el gol le daba el triunfo y el título de campeón, a dos minutos de terminar el juego (88). Atrás, Elizaga agitaba sus brazos y saltaba. Era el cobro de su revancha. Le ganó a su ex club y él terminó como héroe porque esa atajada marcó la historia del cotejo en la que el Quito se coronaba por campeón por quinta ocasión.
Antes de eso, hubo de todo un poco: emociones por las llegadas de los dos equipos, enredos en el medio campo entre los jugadores, preocupaciones en las tribunas, ansiedad de los hinchas que se comían las uñas y tomaban cerveza, agua y gaseosas para atenuar lo que pasaba en la cancha.
Y la muestra de lo que sucedía se reflejaba en lo que hacía Fidel Martínez, delantero del Quito, que hasta sacaba el balón como si fuera un defensa, en los primeros minutos. El mérito del plantel azulgrana fue que sus delanteros se convirtieron en defensas, en ocasiones.Martínez sacó de cabeza el balón que provenía desde un tiro de esquina. En otra, Maximiliano Bevacqua cortó un remate de gol de Fernando Gaibor.
Pero el escenario de ayer en el estadio Atahualpa tuvo una monotonía inicial en la que los equipos nos se arriesgaban a llegar al área rival. Claro, que una acción de Fernando Giménez, de Emelec, puso a frotarse las manos a los azules y comerse las uñas de los chullas, porque el remate del jugador azul impactó en el horizontal. Aquí iban 27 minutos.
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Los hinchas también asimilaban esa discreción. A momentos gritaban, en otros no. Mas los podía la ansiedad, desesperación de cómo Martínez perdía el balón.
A eso se agregaba el show de Carlos Ischia, el ex DT de Boca que dirigió a los chullas con liderazgo. El argentino gritaba y gesticulaba a cada rato. Ese remate de Giménez lo llevó a que se diera la vuelta y que mirara a la banca.
En estos juegos, hasta la tarjeta amarilla fue festejada con algarabía por los hinchas. Ellos sabían que la agresión de EduardoMorante, defensa de Emelec, sobre Martínez iba a ser sancionada, como después sucedió. Y fue así que el árbitro Alfredo Intriago, quien dirigió con acierto, expulsó al jugador y el público volvió a corear una canción que los identifica: quiteños de corazón…
Y desde el minuto 53 el ambiente se encendió en el Atahualpa. Los hinchas impulsaron poco a poco a los jugadores a mejorar su rendimiento. Muestra de aquello fue un disparo de Martínez, que salió por los aires, cuando estaba solo ante Zumba.
El juego entraba en la angustia. El tiempo seguía. Ischia empezó a reclamar a Saritama porque no le pasaba el balón a Alustiza. Y este último fue quien originó la algarabía de los hinchas. Y quien también se abrazó con Elizaga, por ser otro héroe de la jornada.