‘Tengo la esperanza de que zafemos”, dice Walter Calbanese, un taxista bonarense. Medita un poco sus palabras para añadir: “Nunca creí que los de River Plate diríamos algo así”.
Él y cientos de miles de hinchas de River en Argentina se enfrentarán esta tarde, a las 13:00 de Ecuador, no solamente a Belgrano de Córdoba, sino a su historia. Por primera vez en 110 años de existencia, el cuadro millonario puede descender a la Serie B y debe ganar por una diferencia de dos goles si quiere seguir siendo un cuadro de primera.
Han sido días extraños y tensos en la ciudad de Buenos Aires. En las calles, en los bares, en oficinas y colegios, en todos los medios de comunicación deportivos… En cualquier lugar surge el tema River. Opaca incluso el nombre del candidato que acompañe a la mandataria Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidente, en las próximas elecciones.
Desde algunos medios no ayudaron mucho para poner paños fríos a la situación con pedidos destemplados por la renuncia del presidente del club, Daniel Passarella. El conductor Jorge Rial no tuvo empacho para advertirle que “el lunes vamos por vos”.
El columnista de Estudio Fútbol (TyC Sports), Leo Farinella, debió ofrecer disculpas por su discurso altisonante.
Los hechos de violencia tanto en el partido en Córdoba como durante ‘el banderazo’ del jueves fuera del estadio Monumental despertaron una alerta que llegó a convertirse en cuestión de Estado. En el Comité de Seguridad Deportiva, junto a la ministra de Seguridad Nilda Garré, primaba la posición de que se jugara a puertas cerradas.
Finalmente, por intervención de la Mandataria la balanza se inclinó para que se jugara con público local y visitante.
Habrá un histórico operativo de seguridad: 2 500 efectivos de la Policía Federal fueron destacados para este partido (en los considerados de ‘alto riesgo’ son 1 200).
Aun así, los temores subsisten: “la verdad es que no sé qué pueda pasar. Si River no gana se va a armar un conflicto. Yo ni loco voy a ese partido”, dice Santiago Olivera, conserje de un edificio.
Junto a él se encontraba un agente de la Policía, quien, bajo reserva, se alegraba: “No me enviaron a ese juego. He ido a muchos estadios y siempre hay tensión, pero ninguno es tan peligrosa como el Monumental. La hinchada de River para mí es más dura que la de Boca, la de Nueva Chicago o Chacarita”.
“Nosotros nos jugamos la historia. Ustedes la vida”, decía uno de los carteles que colgaban del alambrado del Monumental. El cantautor Ignacio Copani, creador de los discos Rivertidísimo I y II, prefiere no suscribir ese cartel. “No refleja lo que siente la mayoría de los hinchas”, dice.
Calbanese y muchos otros hinchas de River no tienen ganas de hablar del tema. Marcelo Roffe, autor del libro ‘Psicología del jugador de fútbol’, explica a La Nación que “algunos enfrentan la situación, pero muchos deciden encerrarse, faltar a su puesto laboral o no relacionarse con sus compañeros de oficina”.
“Por lo que escuché, estamos entrenando en la Volkswagen a ver si nos enseñan a hacer un gol”, se ríe Vicente Muleiro, subdirector de Radio Nacional. “A cada lado que voy, alguien me hace alguna cargada”, añade.
Copani, reconocido por componer el tema El más grande (sigue siendo River Plate), confiesa convivir perfectamente con las bromas, pero “quien entiende esta pasión, sabe que el hincha de River está sufriendo”.
A la profesora Natalia Cáceres le llama la atención que en el colegio, luego de la derrota 2-0 en Córdoba por el juego de ida, “ninguno de los chicos de Boca molestó a los de River y eso es algo que no había pasado. Esto que están viviendo es un dolor que les hiere el alma y los demás lo sienten”.
“Tengo muchos amigos y primos de River y los veo tan mal que no me da ganas de cargarlos. Hasta la promoción estaba bien, pero tampoco quiero que desciendan. No sé qué sería del fútbol sin el superclásico que es lo que nos reaviva cuando estamos mal en el campeonato”, dice Juan Laizaga, hincha de Boca, quien reconoce que si su equipó sigue jugando como lo ha venido haciendo, “está ahí nomás de la promoción”.