Dice llamarse René y usa el calentador de Boca. Está feliz porque River Plate se fue al descenso. “Es lo mejor del mundo, es indescriptible, dice el joven de tez trigueña y pelo rizado.
René es hincha de Boca, “desde que nació” hace 25 años, en Buenos Aires. Hace cinco años trabaja para la institución ‘xeneize’ en un oficio peculiar. Todos los días, él es el encargado de hacer el negocio con las docenas de turistas que ingresan a La Bombonera, el estadio del popular equipo azul y amarillo.
Los aficionados tienen la oportunidad de ingresar a la cancha y tomarse una fotografía con una de las réplicas de las copas conseguidas por el histórico equipo argentino. A cambio deberán pagar unos 50 pesos argentinos (unos 13 USD).
“A toda la gente le gusta la idea de tomarse una foto. Pero no a todos les gusta pagar el precio”, dice René, mientras apura la impresión de una fotografía de una pareja de peruanos, que se tomaron la gráfica abrazados con la bandera albirroja de su país.
Ayer en la mañana, mientras la Selección ecuatoriana se entrenaba en una de las canchas de la Casa Amarilla, el predio de Boca Juniors, cuatro docenas de aficionados, de Argentina y otros países, visitaban La Bombonera, a apenas 100 metros de donde practicaba la Tricolor.
Para ingresar a las generales hay que pagar USD 6 y con ese dinero, además, se puede apreciar el Museo Interactivo del equipo, que entró en funcionamiento hace cuatro años.
Los paulistas Joao Farías y su hermano Josué paseaban fascinados mirando las gigantografías de Martín Palermo y Gustavo Barros Schelotto.
Los dos ídolos contemporáneos de Boca, aparecen en un enorme plasma hablando a los aficionados e invitándolos a aprender más sobre la rica historia de títulos de Boca.
“Pese a la rivalidad que hay entre argentinos y brasileños, a mí siempre me ha gustaba Boca”, dice sonriente Joao, quien pasa vacaciones en la capital bonaerense. Su hermano, en cambio, siente admiración y respeto por el volante Juan Román Riquelme. “Debió haber sido brasileño por cómo le pega al esférico”.
Además de los videos de los jugadores y sus gigantografías, los aficionados pueden ver las imágenes de las definiciones en las finales del equipo. En las vitrinas están todas las copas levantadas por el equipo.
Matías Encalada, un cordobés de 34 años, sin embargo, no lucía sorprendido por los juguetes multimedia: para él, lo más hermoso de la muestra ‘xeneize’, está en el primer piso: una estatua de bronce de Diego Armando Maradona: “Él es la verdadera figura, no un boludo (tonto) como los de ahora. Andá ponéte al lado para sacarte una foto”, le decía a su hijo Ariel, de 5 años.”
En las inmediaciones también hay grandes fotografías de jugadores como Sebastián Batagglia o el propio Palermo, que promocionan campañas de fidelización para los aficionados. Se estima que Boca Juniors tiene 50 000 socios cotizantes. Pero la dirigencia no se olvidó de las viejas glorias: en la puerta principal hay una serie de estrellas con los nombres de jugadores históricos de la institución.
El paraguayo Roberto Cabañas, quien también militó en Barcelona de Guayaquil, también cuenta con una estrella propia. Pero la más preciada es la de Diego Armando Maradona, ubicada junto a la puerta principal del estadio.