A las 13:30 de ayer, Fernando Porter no cerró su local para ir al almuerzo. Lo tiene abierto desde que empezó el Mundial. Durante 34 años Ginsan, el almacén de Fernando, está ubicado en el mismo lugar de la popular avenida Michelena, en el sur de Quito. En las vitrinas de su tienda se exhiben objetos tan diversos como balones, guitarras, CD, acordeones y flautas. Por ahora sus ojos se concentran en un televisor de 21 pulgadas, en el fondo del local.
Él ya está acostumbrado al bullicio de los negociantes que ocupan las veredas, el incesante tráfico vehicular, a la música de los bares y a los ricos olores de la variedad de comidas típicas que ofertan aquí: hornado, guatita, pollo asado, mote con chicharrón y más golosinas. En casi todos los locales había un televisor que pasaba el fútbol. Fernando es conocido por su sentido del humor y por su carisma -siempre sonríe a la gente que pasa por allí.
Jaime Sánchez, inspector de Bomberos, ingresó en el local con piso de baldosa. Saludó con Fernando y le preguntó por una vitela de guitarra.
Fernando abrió un cajón que estaba junto a una vitrina repleta de CD y de instrumentos musicales. Escogió el accesorio y lo indicó a Sánchez. En ese instante llegó el gol de Japón. “¡Qué golazo!”, expresó Porter, y siguió con la venta. Sánchez apenas preguntó qué equipo era el que marcó el gol, y salió sin mostrar interés por el cotejo.
Mientras Fernando acomodaba los CD de música rocolera ingresó Isabel Guanoluisa. La mujer llegó con sus hijos, Fernando y Ailyn. Ella se ubicó al ingreso, junto a una vitrina, donde se exhibían folletos para aprender a tocar guitarra. Se destacaban las canciones de Julio Jaramillo, Leonardo Favio y Leo Dan. Isabel no le puso atención al partido. Ella conversaba con Fernando, su hijo, de la canción que interpretará hoy en un concurso de música. “Quedó finalista”, le dijo a Fernando, y él le felicitó. Isabel pidió la pista de la canción La quiero a morir, de Francis Cabrel. El propietario bajó el volumen del televisor y se escuchó la melodía.
En el descanso del primer tiempo Fernando opinó sobre el juego de Japón. “Son hábiles con el balón”, dijo. Luego se ocupó en elegir cuatro pistas de música nacional que le pidió Delia Escalera. Al reanudarse el segundo tiempo, las voces de los narradores de la TV se confundían con las melodías de Amor incomparable y Pensarás en mí, de Segundo Rosero.