El Real Madrid se paseó ayer por el Camp Nou y ganó por 3-1 a la peor versión del Barcelona para firmar su pase a la final de la Copa del Rey con una facilidad que pocos imaginaban.
Dos goles de Cristiano Ronaldo, uno de ellos de penal, y otro más de Raphael Varane constataron la enorme superioridad ante un rival que emitió signos mucho más que preocupantes.
El tanto final de Jordi Alba fue un pobre maquillaje para un Barcelona que no pudo disimular las magulladuras. El Real Madrid llegó al Camp Nou casi angustiado por el empate 1-1 de la ida y por haber abandonado casi todas sus opciones en la liga española.
Pero bastan 90 minutos para que la angustia cambie de calle. Ahora es el Barcelona el equipo que necesita sesión de diván. Finalmente ningún entrenador improvisó y ambos sacaron su alineación favorita. Es decir, que no entraron de inicio ni David Villa ni Kaká. A cambio, Gonzalo Higuaín acompañó a Cristiano Ronaldo en el equipo blanco y Cesc Fábregas actuó de enganche con Lionel Messi. Y lo que tampoco cambió respecto a anteriores clásicos fue la puesta en escena, con un Real Madrid más enchufado que el Barcelona.
Aunque la primera ocasión fue azulgrana, con un disparo que desaprovechó Messi desde fuera el área, el conjunto visitante vivió la primera parte como la había visualizado. Como en la ida, el Madrid defendió en pocos metros, tirando la línea de fuera de juego arriba.
Cada robo de balón fue una pesadilla para el Barcelona, mal ubicado casi siempre. El Real Madrid se adelantó a los 13 minutos. Fue en una transición rápida, cuando el balón fue a parar a Cristiano Ronaldo, quien encaró, superó a Piqué y este lo derribó en el área.
El portugués transformó el penal con sangre fría. El ‘crack’ del Real Madrid, en un momento de forma espectacular, marcó en su sexto clásico consecutivo. Fue un huracán que barrió todo el frente de ataque. Dani Alves sufrió una enormidad para intentar frenarlo, cosa que nunca consiguió. Eso y un excelente orden defensivo le bastaron al Madrid para sentirse superior en todo el partido.
El Barcelona evidenció males parecidos a los mostrados la pasada semana ante el AC Milan. Jugó al pie, sin buscar la profundidad.