No hubo tormenta ni siquiera lluvia. Todo lo contrario: hubo un gol, el de Hernán Barcos, que selló la clasificación de Liga deQuito a la final de la Copa Sudamericana. Y si Barcos dijo que le había ido mal en las tres oportunidades anteriores en que había jugado en el estadio de Vélez, ayer fue su revancha. Bauza dijo ayer “con este equipo me voy a la guerra”.
Nada más propicio que su tanto para una Liga que ya no cumple hazañas en el extranjero. Lo suyo es una tradición.
Anoche, el estadio José Amalfitani se rindió ante las evidencias. Liga es uno de los equipos más grandes del continente, el ‘Rey de Copas’ ecuatoriano, y aspira a alzar nuevamente un trofeo internacional. Y aunque el cuadro local supo presionar hasta someter a la ‘U’ durante gran parte del cotejo, los jugadores dirigidos por Edgardo Bauza mostraron la paciencia y templanza para afrontar situaciones difíciles.
La victoria 1-0 con que ganó LDU no fue fácil. Costó mucho encontrar el orden. Vélez comenzó el partido volcado totalmente hacia el arco protegido por Alexander Domínguez. Hasta los 15 minutos había intervenido en tres oportunidades. Mientras Liga lo había hecho en una oportunidad: Barcos, con un remate desviado.
Liga fue ese equipo ordenado, pero la tenacidad del cuadro dirigido por Ricardo Gareca no le dio respiro durante gran parte del primer tiempo. A los 18′, Guillermo Franco perdió una oportunidad inmejorable, pero el gran tamaño de ‘Dida’ (1,96 m) impidió que se abriera el marcador. Dos minutos más tarde, Sebastián Domínguez, de cara al arco, remató elevado.
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Fue un partido que puede resumirse como una auténtica semifinal, con tensión, a veces con momentos ásperos cuando los jugadores disputaban la pelota. Los jugadores entregaban la vida por la recuperación de la pelota, pero fue el cuadro de Liniers, barrio del extremo oeste de la capital argentina, el que propuso el juego. Tenía que hacerlo: debía remontar la desventaja de dos goles del partido de ida.
“La posesión de la pelota”, uno de los principios futbolísticos de Bauza, no se podía cumplir. A momentos parecía que el balón se paseaba por el área visitante buscando quien la empujara. Pero la imprecisión de los locales empezaba a pasarles factura. A partir del 30′, Liga comenzó a
generar juego y, por tanto, peligro de gol.
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A los 34′, Ezequiel González, luego de una jugada individual, con pared con Barcos incluida, no tuvo la comodidad para rematar al arco de Marcelo Barovero. Dos minutos después, el mismo ‘Equi’ centró preciso para Barcos, cuyo cabezazo salió desviado.
En el inicio del segundo tiempo no hubo cambios de jugadores. Pero sí hubo ese gol de camerino que deja desubicado a un rival que desde entonces tenía que marcar cuatro goles si quería llegar a la final. Un error de Vélez costó caro: al apropiarse el balón Néicer Reasco, centró a los pies de Barcos, quien giró y remató, al 48′.
Nada pudo hacer el golero Marcelo Barovero. Barcos enmudeció a los hinchas locales que, furiosos, insultaban a los locutores ecuatorianos que celebraban el tanto en el estadio. De ahí en más, todo parecía ya un trámite. Vélez atacaba con el aliento de sus hinchas que no desmayaron ante la adversidad, pero careció de algo que tenía Liga: lucidez.
Si bien Barcos fue la figura del partido por el gol, el mérito es de todo un cuadro: de ‘Dida’, que supo tapar pelotas complicadas; de los tres centrales, siempre concentrados; de los mediocampistas que destruían el juego rival, y del sacrificio de los hombres de ataque para apoyar en defensa. Todo eso suma para un equipo que quiere bordar una estrella más sobre su escudo y que regresa al país para conocer quién será su rival en la gran final.