La crisis institucional del Deportivo Quito es el reflejo de la mala administración de sus directivos y de la licencia que recibió por la Ecuafútbol para operar. El club debió de ser sancionado hace seis meses con las disminuciones de puntos y con pérdidas de categorías. Pero fue el ente regulador del fútbol que protegió a la ‘AKD’, al igual que ha hecho con otras instituciones, en situaciones similares.
Ese ejemplo es el reflejo de la situación por la que atraviesa el fútbol del país y a la que los directivos de los equipos, incluida la FEF, se resisten a reconocerlo de esa manera. A la Agremiación de Futbolistas del Ecuador llegan semanalmente reclamos de los deportistas de las Series A y B, con un rubro que alcanza los USD 20 millones, en los últimos dos años, según el gerente Jorge Guzmán.
Ese escenario es patético, tétrico… con proyección al año siguiente. Por ese motivo es urgente dar el vuelco a otros modelos que contemplen normas severas, no contemplativas
como la actual.
En medio de esa tempestad es mejor que el Quito descienda para que los socios, hinchas y directivos reflexionen sobre la forma como verdaderamente administrar un club. Mantenerse en la A le significará padecer semana a semana por las deudas que no puede pagar. Su actual situación se origina por los endeudamientos millonarios en salarios de los planteles para ganar los campeonatos que obtuvo. Ante eso es válido preguntarse: ¿Valió la pena sacrificar el patrimonio y prestigio de un club para ganar títulos?