Los árbitros casi siempre terminan señalados, después de un partido de fútbol. Los futbolistas y entrenadores los acusan de favorecer a equis equipos o de ignorar sus reclamos.
Esas historias se hicieron comunes en las últimas fechas de cada campeonato. Es una especie de replay, cansón y, hasta a veces, pintoresco. Pero en esta ocasión es necesario tomar en cuenta ya que los árbitros y sus asistentes, llamados líneas, son los que llevan las riendas de un partido. Toman sus decisiones con base en los hechos y también a sus apreciaciones que, asimismo, incluyen errores.
Por ejemplo, los árbitros no asumen los roles en los fuera de lugar ‘off side’. Se equivocan, junto a los líneas, con frecuencia en esta área, validando o nulitando acciones, que terminan en conflictos entre futbolistas y reclamos a los jueces.
Además, es inadmisible que hayan árbitros que ingresen a un partido con prejuicios. Un ejemplo de eso es la declaración de Máximo Banguera, golero del Barcelona, quien puso contra la pared a Vinicio Espinel, el polémico juez en el partido entre Independiente y Barcelona, dos semanas atrás.
Un árbitro debe tener estilo o formarse uno en su crecimiento. Los que se arrogan prepotencia y jactan de tener la ‘ley’ son perecibles. Y al momento eso es lo que está pasando en el país, donde la gran aparición es la de Carlos Vera, que estuvo en la última Copa Mundo.
Es necesario que la Comisión de Arbitraje y Académica de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) se replantee los parámetros que usa para encontrar e impulsar las carreras de los árbitros. Aquí tienen que ser más rígidos en sus formaciones, no sugiriendo que emulen a equis persona, sino que sean originales, hasta encontrar talentos que puedan perdurar en el tiempo, no por prepotencia, sino por liderazgo. Actualmente, en el país hay un solo árbitro, que es Vera, a quien todos los clubes piden que les pite.