Las primeras imágenes de televisión que llegan desde Johannesburgo, ciudad donde se jugó el partido entre los auriverdes y Corea del Norte, se empiezan a reproducir en los televisores de pantallas planas que los almacenes exhiben en sus vitrinas llenas de tecnología.
De entre un grupo de transeúntes aparece Miguel Sandoval. Su paso es acelerado y su mirada mantiene siempre una misma dirección. Cruza la calle con una evidente premura. Se dirige a las oficinas del Municipio a realizar un trámite personal.Pasa la calle Rumichaca y la primera imagen con la que se encuentra es la de Kaká. El volante entona las notas del Himno de Brasil antes del cotejo. Frente al televisor de 29 pulgadas, lo observa un grupo de 20 personas que aumenta progresivamente.
Sandoval se detiene también frente a la pantalla y se olvida de los trámites pendientes. “Este partido no se va a repetir, pero los trámites sí los puedo hacer mañana”. Decide quedarse y mirar todo el partido. Junto a él está Luis Altamirano. Él vistió un terno color café y llevada un portafolio.
A simple vista parece un abogado de los muchos que caminan a esa hora por el centro después de salir de la Corte de Justicia, pero es vendedor de plumas y cepillos de dientes en autobuses.
Los restaurantes de los alrededores están copados a las 13:30. Para atraer a más clientes los propietarios instalaron pantallas gigantes en sus locales.
Guillermo Albán reprogramó su hora de almuerzo para no perderse el debut brasileño. Él almuerza a las 13:00, pero ayer lo retrasó media hora.