Le gusta Quito. Se enamoró de la ciudad y de su gente. Ha recorrido el sur casi en su totalidad, porque cuando se ha traslado desde el norte ha ido conociendo cada rincón. Se adaptó rápidamente, a la gente, a la gastronomía… “Acá me adapté con mucha facilidad porque como país tenemos similitudes con Venezuela y en otros que he vivido”.
Esa es la versión de César Farías, el técnico de 49 años que llevó a la gloria al Aucas. Es un entrenador futbolero por completo, 24/7. De esos que amanecen y anochecen consumiendo fútbol. Farías se hizo hincha del Aucas desde que llegó al club. Fue un amor a primera vista, en el que hubo una conexión con el sacrificio, que rápidamente se aunó con la persistencia.
“El que puede superar las adversidades termina conquistado cosas. El que utiliza la adversidad como impulso, crece y se desarrolla. Y en eso hemos creído”, le dijo a este Diario. Le puso su impronta al equipo que ganó por primera vez un título del campeonato ecuatoriano. Él lo reconoce así: “Pudimos hacer un clip rápido y ojalá que pueda durar mucho más tiempo mi relación con el club y su gente”.
Farías encaja en esa lista de entrenadores modernos, que son técnicos y psicólogos, oradores, que convencen a la gente. Podría ser motivador profesional. Es práctico, no hurga en el problema sino en darle una solución eficaz al conflicto. Esa es una de las virtudes con la que le dio un giro a la campaña de Aucas.
El equilibrio en la vida
Prefiere colocarse en el centro y no ir a los extremos. Prefiere mantener el equilibrio, en la vida y, sobre todo, en el fútbol, en donde sus equipos se sostienen en una buena defensa y también en una potente delantera.
“La vida es equilibrio y hay una tercera vía para poder comprenderse mejor y poder escuchar y sacar lo mejor de un lado o del otro, porque cuando te vas a los polos, los polos te traen dicotomía; los equipos necesitan comprenderse para poder funcionar correctamente”.
La cohesión de los equipos es siempre uno de sus propósitos. Le gusta construir primero los grupos, las familias y después de lograr esto les inyecta su característica de entrenador.
Las reflexiones del DT
Es partidario de que el entrenador se automotive, que sea autodidacta, que sea influyente, que se autoayude constantemente para poder ser después un replicador dentro de los grupos de trabajo. Es de esos técnicos que buscan conectarse emocional y socialmente con el futbolista. En su léxico resalta la palabra integración.
A él le gusta que los jugadores se estresen en el entrenamiento, porque es una forma de encontrar adversidades y soluciones. Llegó a mediados del año a reemplazar al argentino Héctor Bidoglio. Danny Walker, el ‘duro’ de la dirigencia del Aucas, lo convenció para que se uniera al proyecto.
En sus primeros días en Aucas se encontró con jugadores que sentían desconfianza de la dirigencia, del entrenador y sus compañeros. Y ¿cómo cambió eso? Dice que hizo una inmersión hasta construir un gran camerino, que partido a
partido lo llevó a obtener una campaña histórica con 22 partidos invictos y el título de campeón, por primera vez, para el club que se fundó hace 77 años.
Sus principios
En su retórica siempre usa la palabra construir, que abarca desde el juego hasta la personalidad del deportista. Es un entrenador persistente, batallador, que también suele ser crítico con las personas que lo cuestionan. Eso lo aprendió desde su niñez, en la que se encontró con tareas que le imponían sus padres.
Pero él, en el fútbol y en la vida, lo hace con trabajo, manteniendo siempre sus principios y valores. Esas características impuso en todos los equipos por donde pasó. Y ahora en Aucas cosecha esa gloria, el segundo título en su carrera y el primero para el ‘Ídolo del pueblo’.
Pero no se quedará quieto, porque es un entrenador que se innova, que cambia chips, que se prepara para mejorar el fútbol y dejar una huella en él. Ahora festeja otro título en su carrera, el segundo, pero quiere más, que sus conceptos y estilo perduren con Aucas.
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