Las repetidas fallas que empañaron la organización de la visita del papa y de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Rio de Janeiro genera preocupación para el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
El primer viaje internacional del papa Francisco, quien fue recibido por un millón de jóvenes peregrinos de todo el mundo, se convirtió en un calvario cotidiano para la “ ciudad maravillosa ” y sus autoridades.
Al punto de que el alcalde de Rio de Janeiro, Eduardo Paes, admitió su derrota: “si me preguntan la nota de la organización de la JMJ, diría que estamos más cerca de cero que de 10” .
Las fallas comenzaron desde el inicio. El lunes, un increíble error del chofer -que se equivocó de camino- hizo que el pequeño automóvil Fiat Idea en que viajaba el papa desde el aeropuerto quedara bloqueado en varias oportunidades entre autobuses y una multitud entusiasta.
El martes, un problema de electricidad paralizó durante más de dos horas el metro de Rio, sembrando el caos en la ciudad justo antes de la misa de apertura de la JMJ en la playa de Copacabana, donde se reunían medio millón de peregrinos de 170 países.
El mismo calvario se vivió para llegar a casa, cuando bajo incesantes lluvias, las filas eran interminables en las estaciones de metro, había pocos ómnibus y los bares y restaurantes desbordaban. Estas escenas se repitieron el jueves durante el discurso de bienvenida del pontífice frente a los peregrinos.
Por último, las autoridades se vieron obligadas a cambiar por completo la programación de tres grandes eventos: la peregrinación, la vigilia y la misa de cierre.
Las lluvias transformaron en un lodozal el terreno baldío de 300 hectáreas preparado para la ocasión, en Guaratiba, a 60 km del centro de Rio. Pese al dinero gastado, no se previó que podía llover. Y si bien el clima es poco previsible, sí se sabía que ese terreno podía inundarse.
Primero se anularon y luego, la peregrinación y la vigilia fueron restablecidos. Los peregrinos caminarán desde el centro de la ciudad hasta la playa de Copacabana, donde se llevará a cabo la vigilia, y donde no dio el tiempo para instalar baños públicos. Allí mismo el papa también presidirá la misa de cierre.
Esta letanía de torpezas “aumenta las dudas sobre la capacidad (del país) de organizar grandes eventos”, constató el jueves el diario local Estado de Sao Paulo.
“Rio no pasó la prueba”, resumió Chris Gaffney, un universitario estadounidense que estudia el impacto urbanístico de grandes eventos deportivos en Rio. Pero esto no sorprende a este experto que destaca “carencias estructurales y una falta de profesionalismo” .
“Si introduces uno o dos millones de personas adicionales en una ciudad con infraestructuras frágiles, tanto en el saneamiento como en el transporte, pasando por el sistema de salud, es evidente que tendrán problemas”, subrayó.
Según él, la seguridad pública es el principal desafío para el Mundial: “Los hinchas de fútbol no son unos buenos peregrinos católicos. Cuando ves con cuánta violencia la policía dispersa a los manifestantes, imagina lo que pasaría si tienen que tratar con 2.000 hinchas ingleses ebrios y excitados. Hay que formar a la policía, desmilitarizarla desde ya”.
En el caso de los Juegos Olímpicos, lo que provoca cuestionamientos es sobretodo la movilidad urbana. “Si el metro no funciona, será catastrófico” , afirmó Gaffney.
A esto se agrega un malestar de la población, que ha protestado pidiendo más dinero para reformar los sistemas de transporte, educación y salud, en vez de destinarlo a estos grandes eventos.
“Creo que las personas no van a conformarse” y las históricas manifestaciones sociales de la Copa Confederaciones “retomarán amplitud”, estimó el experto.
Los jóvenes brasileños pusieron a prueba los nervios de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) manifestándose, a veces con violencia, cerca de los estadios para denunciar los gastos públicos, y forzando a su presidente Joseph Blatter a decir: “En caso de que hayan nuevos disturbios el año próximo, deberemos quizás reconocer que Brasil no era un buen lugar para organizar la Copa del Mundo”.
La prensa brasileña no se quedó con los comentarios: “Las Jornadas de la desorganización”, tituló el jueves el gran periódico de Rio, O Globo.