Este jueves 1 de mayo de 2025, Barcelona SC celebra 100 años de fundación. Es la institución más emblemática del fútbol de Ecuador y ha forjado una historia que lo consagra no solo como el club más popular del país, sino también como el más laureado localmente, convirtiéndose en símbolo de identidad y orgullo para millones de aficionados.
La trascendencia de Barcelona SC va más allá de los 90 minutos de juego. Su influencia se extiende a la vida cotidiana de los ecuatorianos, donde ha sido adoptado como un elemento cultural profundamente arraigado que representa una forma de sentir, vivir y pertenecer, marcando generaciones dentro y fuera del ámbito deportivo.
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Barcelona SC, el fenómeno social
Representación, creencia, sufrimiento y fidelidad son las características que Andrés Silva, docente en literatura, pone sobre la mesa para entender el concepto de Barcelona SC como un fenómeno social.
Estos cuatro conceptos confluyen en el hecho de que los amarillos son considerados dentro de la cultura ecuatoriana como un “símbolo” que nace en Guayaquil y se riega por todo el país a través de sus fanáticos, que demuestran su devoción con aspectos tan sencillos y cotidianos como escuchar una canción o usar una prenda de vestir que los diferencia del resto.
La creencia está anclada al hecho de que un fanático se aferra a “rituales” que pone en marcha antes, durante y después de un partido, dejando por 90 minutos lo lógico y racional para dar paso a lo pasional que toma matices de alegría o frustración dependiendo del marcador final.
Silva plantea que el sufrimiento y la fidelidad van de la mano, sobre todo con una institución que, a pesar de su inmensa popularidad, le ha costado mucho imponerse a sus rivales, especialmente en el siglo XXI, donde los títulos le han sido esquivos y han llegado a cuentagotas.
“A lo largo del tiempo nunca he conocido a una persona de Barcelona que haya dejado de ser de Barcelona y eso que hemos vivido toda esta sequía de triunfos pasando por las dos finales perdidas de la Libertadores y otras derrotas en el campeonato nacional”, refiere.
Por tal razón, cuando se alcanza un título, la celebración es larga, estruendosa, ruidosa, llena de jolgorio y sin reservas, por toda esa alegría contenida que se acumula con cada temporada de fracaso.
“Ser hincha de Barcelona no depende de un resultado, es saber que se puede ganar, perder o empatar, tal como sucede en la vida, pero que luego de unos minutos la alegría sigue o el enojo se cambia para volver a creer que en el siguiente partido el resultado será favorable, retomando rituales y viéndonos representados por un grupo de jugadores que queremos que salten a la cancha a dejar todo por nosotros”, menciona.
Hincha de Barcelona SC en la Noche Amarilla celebrada en el Olímpico Atahualpa.
Barcelona SC, una máquina de hacer dinero, pero…
Para Martín Varea, gestor cultural, BSC se vuelve parte de la identidad ecuatoriana a partir de los títulos y triunfos alcanzados en la década de los 70, 80 y parte de los 90, donde empieza a cambiar la dinámica del fútbol y da un giro hacia otros “emprendimientos deportivos”.
Eso trasciende hacia “un fenómeno popular multitudinario” que hace que su presencia llegue al cine, como en el caso de ‘Ratas, ratones, rateros’ de Sebastián Cordero; sea parte del poema ‘Pueblo, fantasma y clave’ que Fernando Artieda le dedica a Julio Jaramillo; y su posicionamiento esté al nivel de Oswaldo Guayasamín, el pintor por excelencia de Ecuador, a pesar de que existen otros valiosos representantes en esta rama, tal como sucede con el cuadro guayaquileño que vive de lo que supo hacer en el pasado para seguir vigente en el presente.
“Barcelona recoge a toda la sociedad sin importar si es de clase alta, baja o donde tú vives. Eso no sé si pase con todos los equipos; por ejemplo, yo soy hincha del Deportivo Quito y es muy difícil encontrar un hincha fuera de Quito. Barcelona rompió esa dinámica y es el gran equipo, por eso se dice “un solo ídolo tiene el Ecuador”, afirma.
Sin embargo, para Varea, Barcelona SC también representa “aspectos de la cultura complejos” que están relacionados con lo negativo, como la frase “te jugaron Barcelona”, entendida como una característica de la viveza criolla, en donde triunfa el más “sabido, el más avispado, el más entrador”, que actúan sin pensar en las consecuencias.
Otro elemento que no le favorece al ‘Ídolo del Astillero’ es que su origen está ligado a un sitio ajeno a Ecuador, aspecto que, según Varea, se puede encasillar dentro de la “viveza criolla”.
“Barcelona es una maquinaria de hacer muchísimo dinero, pero sus administraciones han sido complejas, vinculadas a la política, a lo populista, a lo clientelar que lo han perjudicado a lo largo de la historia”, considera.
Enlista a nombres como Jaime Nebot, Abdalá Bucaram, Álvaro Noboa, su excuñado Isidro Romero Carbo y Aquiles Álvarez, todos vinculados en algún momento con el club y luego con la política local de Guayaquil y la nacional.
El sociólogo Juan Vera destaca que también existe un estereotipo negativo asociado a la delincuencia, la criminalidad, la corrupción y en el uso de frases y expresiones que trascienden el tener conocimiento de fútbol o no.
“El hecho de que sea tan popular incluso más allá de lo futbolístico facilitándole funcionar como una especie de símbolo que se puede usar tanto para lo positivo como para lo negativo, porque la gente va a entender el mensaje sin necesariamente tener conocimiento de fútbol”, destaca.
Agrega que el caso de Barcelona SC en el país es único al romper esa barrera de dejar de ser un equipo local o regional para pasar a ser nacional, aspecto que se construyó en la década de los 80 y 90 cuando se convierte en el primer equipo del país con trascendencia internacional.
“Uno puede ver que Barcelona está presente en ámbitos justamente no futbolísticos, en negocios con su nombre, restaurantes, tiendas o productos con toda su simbología”, describe.
Para explicar de mejor manera la trascendencia de BSC, Vera cuenta una anécdota familiar que involucra a su madre en 1998, cuando asistió a ver el partido contra El Nacional en el Atahualpa, que terminó con triunfo visitante por 2-3.
Cuando todo parecía perdido en el primer tiempo con un 2-0 abajo en el marcado y un jugador expulsado, apareció un fanático guayaquileño con dinero en mano para apostar que en el segundo tiempo revertirían el marcador.
Ante la incredulidad de muchos y la risa de otros, se pactaron las apuestas pensando que era un botín fácil.
Al final los amarillos ganaron y el creyente hincha regresó a casa con una buena ganancia por su fe ciega e inquebrantable para con los colores amados.
“Mi mamá dijo: o sea, no, no es racional que la gente haga eso. Entonces desde ahí comenzó a seguirle al equipo a pesar de que en la familia todos eran de Liga (…) Creo que de alguna manera es como la gente comienza a acercarse al fútbol mirando las hazañas que luego se cuentan como historias”, cierra.
Hinchas de Barcelona SC en el Estadio Monumental de Guayaquil.
Confesionario con Luis Fernando Saritama