La reunión del lunes 17 en la Asociación de Árbitros de Pichincha fue distinta a las anteriores. Hubo preocupación en los réferis tras la polémica actuación que tuvieron sus representantes Diego Lara y Marco Muzo, en el juego que Deportivo Quito ganó 2-1 a Barcelona SC.
Cada inicio de semana, los réferis se reúnen para analizar las jugadas de la fecha en una pantalla de 46 pulgadas que tienen en la sede cerca de la Universidad Central en Quito. Allí, cada uno expone comentarios “siempre orientados a mejorar”, según Luis Naranjo, instructor físico de este gremio.
Pero, en esa ocasión hubo preocupación por aquella actuación de ambos jueces en el estadio Atahualpa. Muzo, quien es presidente del gremio arbitral de Pichincha, está preocupado por la situación de su colega y amigo, pues una mala calificación “mancharía” su hoja de vida en esta actividad. Lara, de 35 años, con escarapela FIFA, es uno de los de mayor proyección en el país.
Los ‘hombres de negro’, como también se los denomina, consideran que el arbitraje es un pasatiempo especial, que requiere cariño, entrega y sacrificio. “Vivir solamente de esto es imposible”, asevera Hugo Dávalos, uno de los jueces que buscan abrirse su espacio.
Ellos se dedican a diario a esta actividad, a excepción del sábado. Los martes se ejercitan en el parque La Carolina con trabajos aeróbicos y de resistencia. Los miércoles participan en técnica arbitral, simulando partidos. Hacen desplazamientos en la cancha y asisten a la práctica vestidos como si fueran a un cotejo real, con banderolas. No importa si llueve con truenos y granizo… o si hay sol.
Así se ejercitan durante una hora diaria. Una hoja de ruta registra sus asistencias, hasta el jueves, que culminan la semana con trabajos de velocidad y reacción. Una falta implica quedar al margen de alguna programación, pues este informe llega todas las semanas a la Comisión de Arbitraje en Guayaquil, en donde se analiza el rendimiento de los 460 jueces que hay en el país.
El mismo procedimiento se repite en las 22 asociaciones. De esta manera la Comisión de la Ecuafútbol elige las ternas para los cotejos en las series A, B y Segunda Categoría.
La Asociación de Pichincha cuenta con 60 réferis profesionales, incluidos tres que llegaron de Santo Domingo para afiliarse. Los árbitros pueden cambiarse y las asociaciones están obligadas a aceptarlos.
Pero según los árbitros el sacrificio es grande para una “baja remuneración”. Así lo admite Juan Albarracín, quien pitó el cotejo El Nacional vs. Independiente, el último fin de semana.
Los árbitros de Primera Categoría con escarapela FIFA ganan USD 470 por partido dirigido en la Serie A, de Ecuador. De ese valor les descuentan el IVA y un aporte a la asociación provincial, con lo que reciben USD 380. Aparte, la Ecuafútbol les paga traslados, estadía y alimentación (viáticos).
“Pero en el mes, máximo pitaremos unas dos veces por semana, si es que no hay sanciones, suspensiones, lesiones, etc.”, agregó Albarracín. Por ello, estas personas realizan otras labores para redondear sus salarios.
La mayoría, como Albarracín, Dávalos y hasta el presidente de la agremiación, Muzo, son docentes. Miguel Hidalgo, en Guayaquil, es agente de Tránsito. Carlos Vera labora para el Ministerio del Deporte en Chone.
Los ejemplos de contraste salarial están en México y España. Allí, los árbitros aztecas reciben mínimo USD 1 550 por encuentro, mientras que los ibéricos ganan USD 4 704 por cotejo. Ellos también dirigen mínimo dos veces al mes.
Además de lidiar con una remuneración menor a la de otros países, los jueces están expuestos a agresiones, burlas y hasta intentos de sobornos, como le ocurrió a uno de Pichincha en una definición de descenso de la A a la B. Este contó que los directivos lo llamaron a su celular a hacerle ofrecimientos y en sus visitas a la ciudad sede del club le llevaron obsequios.
460 árbitros están registrados en el país. Estos dirigen los campeonatos de las series A, B y Segunda. 14 jueces con carné FIFA tiene el país. Siete son centrales y siete son asistentes de línea.