El golero argentino Esteban Dreer saltó, gritó, juntó sus manos cubiertas con los guantes y lanzó plegarias al cielo. Luego, en un solo abrazo, festejó con sus compañeros la victoria de Emelec ante Deportivo Cuenca.
Antes de ingresar a los camerinos, los futbolistas del conjunto guayaquileño ofrecieron la victoria a los más de 4 000 seguidores, quienes se apoderaron de la general norte del estadio Alejandro Serrano Aguilar.
La hinchada jugó un papel protagónico, incluso antes del pitazo inicial del árbitro Jefferson Lara. Este último esperó pacientemente hasta que los aficionados eléctricos retiraran las pancartas ubicadas en las mallas. Se demoraron 10 minutos en cumplir esa exigencia reglamentaria y esa actitud desesperó a los integrantes del conjunto azuayo. “Si no las retiran no arranca el cotejo”, se escuchó decir por tres ocasiones al locutor oficial del compromiso.
Entre las pancartas de tela azul y blanca se leía localidades de Portoviejo, Mapasingue, Bahía de Caráquez, Quevedo, Durán, Rocafuerte, Manta, Ventanas, Zaruma, por citar las más grandes. Unos 10 hinchas se subieron a la parte alta del cerramiento del estadio y desde allí apoyaban a su equipo. Con gritos y flamear de banderas, así como con el humo de las bengalas de color azul, hicieron sentir a sus jugadores como locales.
Así, Emelec ingresó a la cancha con la intención de abrir el marcador lo más pronto posible. Las primeras llegadas al arco custodiado por el argentino Juan Marcelo Ojeda se registraron a través de Énner Valencia y Pedro Quiñónez.
Emelec
Gustavo Quintero acertó en los cambios El estratega argentino planteó un equipo ofensivo y de allí los problemas que generó a la defensa del conjunto cuencano. Además, en la segunda etapa, hizo cambios oportunos. Los ingresos a la cancha de Ángel Mena y Fernando Gaibor fueron decisivos puesto que manejaron el balón con criterio y desesperaron al rival.
Cuenca
Marcelo Ojeda fue el portero sacrificado El arquero argentino no pudo desviar un tiro libre cobrado por el volante Fernando Gaibor y fue el sacrificado de la tarde. Sus defensas no cubrieron oportunamente a sus rivales y Cristian Nasuti marcó el único tanto del partido. Hubo malestar e impotencia por la derrota. Pese al gol, tuvo otras intervenciones oportunas.