Shirley Veintimilla fue la primera árbitro de fútbol de Ecuador

Shirley Veintimilla se graduó como árbitro en Machala. Dirigió partidos amistosos en el estadio Modelo.

Shirley Veintimilla se graduó como árbitro en Machala. Dirigió partidos amistosos en el estadio Modelo.

Shirley Veintimilla (centro) guarda estas fotografías como recuerdo de su paso por el arbitraje en el fútbol ecuatoriano a finales de los sesenta. Fotos: Archivo personal

‘Yo abrí la página en la historia del arbitraje femenino”. Así se presenta Shirley Veintimilla Angulo, quien fue la primera árbitro de fútbol en Ecuador. Dirigió entre 1968 y 1973. Se retiró por el embarazo de su primer hijo.

“Dirigí en Tumbes y en Cali partidos amistosos y en el estadio Modelo, ante miles de personas. Esa tarde salimos entre aplausos”, recuerda.
Shirley reside en Barcelona, España, desde hace 22 años, pero no deja de seguir el fútbol nacional y la realidad que vive el país. Hace dos semanas, cuando se produjo el deceso de Rosita Canales y se publicaron notas como la primera árbitro del país, escribió desde España, para decir “no me dejen fuera de esa lista”.

Nació en Pasaje, El Oro, hace 70 años. Toda su familia se identificó con el deporte; sus hermanos, con el fisicoculturismo y el fútbol; ella era seleccionada de su colegio en el equipo de básquetbol.

“El arbitraje llegó a mi vida por casualidad. Estaba en vacaciones y no hacía nada. Mi tía era presidenta del club Barcelona de Pasaje y allá llegó una invitación para un curso de arbitraje que iba a ser dictado por el árbitro chileno Juan Leyton”.

Ella le dijo a su tía que iba a ir en representación del club y cursó los dos meses y medio de clases. “El instructor me ayudó mucho. Ponía énfasis en el aprendizaje y aplicación de las reglas, especialmente en las clases prácticas que hacíamos los fines de semana”.

Recibió su diploma y enseguida, el mismo Juan Leyton gestionó sus primeros partidos nacionales e internacionales. “Pité un partido de Barcelona de Guayaquil que fue a Santa Rosa a un amistoso”.

Veintimilla se graduó como árbitro en Machala. Dirigió partidos amistosos en el estadio Modelo.

En Tumbes, ciudad limítrofe de Perú, dirigió un cotejo entre Carmen Mora y Sporting Cristal de ese país. “Dirigí un partido que organizó el Deportivo Cali en Colombia. Fueron cinco años de gran trajín”, recuerda con una sonrisa.

Jamás olvida la tarde que llegó al Estadio Modelo, de Guayaquil. Estuvo lleno. Dirigió el partido entre el club Patria y la selección colegial de Guayas. “Me acompañaron Demetrio Moncayo y Alipio Sanz. Ese día salimos entre aplausos”.

Relata que en la prensa escrita y radial se había difundido su presencia en el partido preliminar donde después iban a jugar Aucas y Everest, por el Campeonato Nacional de fútbol. “En las gradas había más mujeres que hombres, querían ver cómo me iba”.

En 1973 concluyó su carrera arbitral. “Regalé mis implementos como tarjetas y uniformes a un colega de apellido Veintimilla. Lo único que no regalé fue mi silbato”.

Hace dos años, en Pasaje, le regalaron un collar donde el pendiente es un silbato, para ella el símbolo arbitral.

Tras el retiro, trabajó como instructora en la Comisión de Tránsito del Guayas pues alcanzó una Licenciatura en Cultura Física. También logró un diploma en Enfermería, título que le permitió trabajar en España, cuando migró.

Hoy está jubilada. Vive con su hija María José. Su otro hijo, Juan Carlos, le hizo abuela y hasta bisabuela. “Aún no conozco a mi bisnieto, Javier, porque ellos viven en Estados Unidos. Iba a ir este verano, pero con esto de la pandemia, no creo que viaje”.

No ha dejado de seguir el fútbol desde los estadios o la televisión. Es hincha del Barcelona español y, desde su percepción, hoy el arbitraje tiene mayor conocimiento y responsabilidad. “Un árbitro debe saber que su reputación es primordial en su carrera”.

Su gran referente fue “Eduardo Rendón Villacís, ya fallecido. Fue mi consejero durante el arbitraje”.

Hoy, cuando en el país existen más de 300 árbitras a nivel nacional (en todas las categorías), dice que “las mujeres tienen mayores oportunidades y pueden lograr las metas que se tracen. Antes nos gritaban machonas y nos mandaban a lavar los platos”. Hoy, 50 años después, esas frases aún se escuchan en las tribunas.

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