El hombre que alivia los dolores en el Deportivo Quito quiso ser torero

Ramón Chiriboga (izq.), trabaja en el Deportivo Quito desde los años 60'. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Ramón Chiriboga (izq.), trabaja en el Deportivo Quito desde los años 60'. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Ramón Chiriboga (izq.), trabaja en el Deportivo Quito desde los años 60'. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

A Ramón Chiriboga Olmedo, un hombre de manos firmes y arrugadas que trabaja en el Deportivo Quito desde los años 60’,   le han dicho que sus ungüentos y pomadas tienen componentes curativos. Sus mezclas con aceites, mentol, salicilato y otros ingredientes han ayudado a aliviar los dolores y las molestias de los jugadores del conjunto de la Plaza del Teatro desde hace más de cinco décadas.

El experimentado quinesiólogo  continúa dejando su huella en las canchas del país. Con 82 años siempre está presto para moverse presuroso  y socorrer a los azulgranas golpeados en medio del campo de juego. Así lo hizo el último viernes, en el estadio Atahualpa, en la victoria 1-0 de los chullas ante El Nacional.  “Trabajaré hasta que Dios me de fuerzas”,  explicó este personaje del fútbol quiteño que ha sido partícipe de los cinco campeonatos del club en primera división. 

Cuando no se lo encuentra en la cancha del complejo  de entrenamiento  de Carcelén, con su maletín de cuero lleno de pomadas, suele refugiarse en un cuarto del recinto donde hay una camilla, recortes de periódicos, decenas de fotografías enmarcadas de los momentos de mayor gloria del club, imágenes de la columna vertebral, los huesos y los músculos, además de un altar con efigies religiosas. Este padre de dos hijas es un ferviente devoto de la Virgen del Quinche.

Nacido en Yaruquí, en 1933, trabajó desde muy joven en laboratorios y boticas donde aprendió las mezclas que hasta ahora contribuyen para aliviar los dolores musculares de los futbolistas. Precisamente, cuando laboraba en uno de esos lugares recibió la propuesta de ser parte del elenco que se fundó en la Plaza del Teatro, en el centro de Quito.

Con el equipo de fútbol vivió de las dulces y de las amargas, dentro y fuera del país.  Hubo llantos, disgustos, pero también alegrías indescriptibles como aquel título del 2008 por el cual, hinchas de toda edad, esperaron 40 años. “Todos los títulos fueron importantes”, añadió con esa prestancia que seguramente tenía en su mocedad cuando se lanzaba a los ruedos.

El quinesiólogo que conoce desde dentro la historia del fútbol ecuatoriano era aficionado a las corridas de toros populares. Incluso, en una ocasión,  estuvo cerca de recibir una cornada mortal cuando un enorme animal  casi se lo lleva por encima en la plaza de Cotocollao. Chiriboga, el hombre que alivia con sus manos,  hubiese querido cultivar aún más su gusto por el toreo.   

En los años que se plantaba valientemente en las plazas también aspiraba a convertirse en médico, pero no contó con el apoyo necesario para estudiar.  Sin embargo, su amor y dedicación al Deportivo Quito sí lo llevaron a ser parte de la historia del elenco que suma cinco títulos en el fútbol profesional ecuatoriano.     

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