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Luego de eliminar, agónicamente, a Chile por penales, en los octavos de final, el equipo brasileño entró en crisis emocional. Por las críticas, por la presión, por los abucheos, jugadores como el experimentado guardameta Júlio César y el capitán del equipo, Thiago Silva, lloraron en público.
En la rueda de prensa posterior al partido con los araucanos, Luiz Felipe Scolari dejó en claro que su plan seguía en marcha, a pesar de todo.
Un periodista le dijo que su equipo no da espectáculo y ‘Felipao’, mal humorado y enérgico, como siempre, le espetó: “Nosotros no estamos aquí para dar espectáculo. Estamos aquí para ganar la Copa”.
El fin justifica los medios en este equipo brasileño pragmático, que practica un fútbol directo, con poca elaboración de juego entre líneas.
Scolari privilegia el combate a la habitual magia y talento característico de los equipos brasileños. Para armar su oncena mundialista, el seleccionador optó por obreros como Hulk y dejó a un lado a virtuosos como Kaká.
Ignoró a Ronaldinho y llamó a luchadores como Willian o Ramires. El resultado es un equipo que no juega a la brasileña, sino a la europea.
Pero el DT es un estratega que sabe cómo jugar una Copa. Su equipo marcó 10 tantos (los mismos que Alemania). Tiene en sus filas a David Luiz, quien fue considerado la figura en el juego ante Colombia en los cuartos de final y es uno de los más destacados de la Copa.
De acuerdo con las estadísticas de la FIFA, Brasil es el equipo que más interrumpe el juego de los cuatro semifinalistas: hizo 96 faltas en cinco partidos Holanda hizo 91, Alemania, su rival de hoy, registra 57, y Argentina hizo 51.
Hoy, el equipo del experimentado ‘Felipao’ tendrá al frente al abanderado del toque en el Mundial: la Alemania de Joachim Löw, en donde la premisa central es llegar al gol tocando, elaborando paredes, muy al estilo del juego que practican selecciones y clubes sudamericanos.
El equipo germano, de acuerdo con los indicadores, lleva
2 938 pases en el torneo. La mayoría de los toques fueron de media distancia (1997), seguidos de 698 pases cortos. El equipo hizo 243 habilitaciones largas buscando a sus arietes.
Un valor importante en la construcción de jugadas es el capitán del equipo, Philipp Lahm. Él actúa como lateral derecho y el de Brasil es su tercer Mundial.
Desde la llegada de Josep Guardiola al Bayern Munich, a mediados del año pasado, Lahm cambió su posición de lateral por la de volante.
El DT germano aprovechó la polivalencia de Lahm y el futbolista actuó como lateral y como volante. En el partido ante los franceses, válido por los cuartos de final, actuó como defensa para contrarrestar el poderío ofensivo del rival.
Lahm realizó 408 pases en la Copa y tiene una alta efectividad para encontrar a sus compañeros: el 86% de sus combinaciones llega a su destino. Lidera el ránking de los mejores pasadores del Mundial.