El campeonato es regular. No es el mejor de los últimos años. Hay de todo un poco: goles y penales polémicos, pedido de derogatoria de la norma del juvenil en cancha, árbitros y asistentes de líneas cuestionados por sus permanentes equivocaciones.
Ese escenario se hizo más común y ha ido debilitando a las organizaciones que regulan el fútbol. Aún más cuando se suspende a futbolistas y tres días después se les levantan las sanciones, según las conveniencias de los clubes involucrados.
La estructura del fútbol actual es precaria. Es usual que todos los martes se lean en las reuniones del Comité Ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) los reclamos de salarios atrasados de los futbolistas, las presentaciones de los roles de pago o que dos días antes de un partido cubran deudas para poder jugar el fin de semana. Esto es bochornoso, ‘cantinflesco’, que genera críticas de todo sentido y que deteriora la imagen del país.
¿Hasta cuándo subsistirán estas combinaciones en la que se desarrolla el fútbol del país? Es necesario que los directivos de clubes y los federativos tomen conciencia que la actual situación pudiera agravar la actual crisis económica. No tomar conciencia y encontrar un camino adecuado es ser cómplices de esta situación.
En medio de toda esa tempestad, Aucas es líder de la etapa, con sobrados méritos, por su constancia para mejorar su estilo de juego con el técnico Carlos Ischia y con la sapiencia de un directivo como Ramiro Gordón, quien aún lidia con las deudas y que poco a poco ha ido reconstruyendo la estructura económica de uno de los equipos más populares de Pichincha.