Franco, de tres años, corretea por la pequeña cancha de césped con zapatos de fútbol y la camiseta de Independiente del Valle.
Al pequeño no le gusta que le tomen fotos, pero se emociona cuando se pone a jugar fútbol con su padre, Mario Rizotto, el volante del equipo de Sangolquí que será titular en el juego entre Independiente y Boca Juniors, por la semifinal de ida de la Copa Libertadores.
“Juega con mis zapatos y nunca se saca la camiseta. Cuando va a la escuela se la lleva en la maleta”, bromea el uruguayo Rizotto, de 31 años. En la casa de Rizotto parecería que “se respira fútbol” en cada rincón. Analía Silvera, su esposa, cuenta resignada que aprendió a convivir con las emociones y las exigencias de vivir con un futbolista que conoció en la adolescencia. Él tenía 12 años y ella, 14.
“Hay semanas en las que se ausenta hasta tres o cuatro días. Cuando concentra siempre estamos en contacto por teléfono. Y procuro no hablar mucho para que no se desconcentre“, detalla Analía.
Ella conoció a Mario en Uruguay y tuvieron un amor de adolescencia. Recuerda que cuando recién llegaron a Ecuador, en el 2014, fue difícil porque había días que pasaba sola junto con Franco. Pero eso cambió desde el año pasado cuando llegó Melisa Cáceres, la esposa de Emiliano Tellechea. Ambas tienen algo en particular: son argentinas.
Se convirtieron en vecinas en el conjunto residencial en Sangolquí. Allí se juntan los dos futbolistas, sus esposas, Gastón, el cuñado de Analía, y sus hijos. Franco es la alegría de las reuniones con sus travesuras y ocurrencias.
“Cuando me siento a mirar fútbol se cree Spiderman y se sube en los muebles. Está por todo lado”, confiesa ‘Marito’, como lo llaman cariñosamente. Analía también tiene buen sentido del humor y le dice ‘enanito’ por su estatura: 1,65m.
La cuota de ternura en ambas familias la pone Constanza, de un año, hija de Emiliano y Melisa. Gastón, cuñado de Rizotto, también es parte de este clan futbolero que han vivido las etapas de clasificación de la Libertadores con emociones y hasta lágrimas.
Las esposas de los futbolistas están emocionadas porque hay la promesa de que ellas viajarán con el equipo en el caso de que se clasifiquen a la final.
¿Cuál es el último contacto que tienen antes de un partido como contra Boca Juniors?
Analía confiesa que se cruzan mensajes en los celulares cuando están en el traslado de la concentración al estadio. “Un te amo mucho”, es la última expresión de aliento.
El martes ambas familias compartieron la celebración del cumpleaños de Tellechea. Bromas, risas, el tradicional mate y algo de comida sana matizaron el festejo por los 29 años del futbolista.
“Cuando podemos nos reunimos con las esposas de Júnior (Sornoza), de Jonny (Uchuary), la familia Quagliata. Preparamos pastas, asados y comida tradicional de nuestros países”, revela Analía, quien es la que maneja auto por las calles de Quito.
Sin embargo, no todo es alegría en la familia de los jugadores. Cuando el equipo pierde nadie sale de casa y hay poca actividad familiar. Rizotto prefiere quedarse en casa, pensando. Emiliano también opta por lo mismo. El mal genio y el malestar dura
24 horas en ambos hogares, pero enseguida tratan de hacer alguna actividad para superar el mal rato.
Rizotto y Tellechea vivieron con calma las horas previas al partido de hoy ante Boca Juniors, por la semifinal de la Libertadores. Analía y Melisa estarán en las gradas del estadio Olímpico Atahualpa.
Irán desde muy temprano al estadio y en Argentina sus familiares seguirán el partido por televisión. Tellechea incluso mantiene firme una apuesta con su cuñado que vive en Córdova, que es hincha a muerte de Boca, y tiene el apoyo de su suegra.
La familia de Rizotto también estará pendiente de lo que haga el jugador. Ambas familias se ilusionan con clasificarse a la final con su equipo.