Agustín Orión (centro) arquero de Boca Juniors detiene el balón ante Santiago Romero y Leo Gamalho, jugadores del Nacional de Uruguay durante el partido de los cuartos de final de la Copa Libertadores de América jugado en el estadio La Bombonera. AFP
El arquero Agustín Orión fue el héroe de Boca Juniors de Argentina para el pase a las semifinales de la
Copa Libertadores 2016 al atajar tres penales en un desempate ganado 4-3, tras igualar 1-1 con Nacional de Uruguay en un partido sin brillo técnico, pero jugado con alma y vida.
En la ida en el estadio Parque Central de Montevideo también habían igualado 1-1. El equipo argentino se medirá en la ronda semifinal con Rosario Central si supera en su llave a Atlético Nacional de Colombia o con el vencedor de Independiente del Valle de Ecuador–Pumas de México si los ‘canallas’ se quedan afuera.
La escuadra montevideana congeló el alma de unos 55 000 boquenses en el estadio La Bombonera cuando el defensa Daniel ‘Cata’ Díaz anotó un autogol, a los 21 minutos, pero Cristian Pavón marcó a los 73, cuando la desesperación cundía en las filas ‘xeneizes’.
Pero Pavón se quitó la camiseta en su festejo alocado y lo pagó con la expulsión por doble amarilla. La figura de la cancha fue el mediocampista Sebastián Fernández, pilar de los ‘tricolores’.
En el desempate desde los doce pasos, por Nacional anotaron Diego Polenta, Mauricio Victorino, Sebastián Fernández, y fallaron Gonzalo Porras, Santiago Romero y Felipe Carballo (atajó Orión) y por Boca Juniors señalaron
Carlos Tévez, Daniel Díaz, Frank Fabra y Federico Carrizo, y fallaron Pablo Pérez y Juan Insaurralde (atajó Esteban Conde).
Golpe por golpe
Engañoso fue el arranque del partido. Los ‘xeneizes‘ golpearon primero. Adelantaron en masa sus líneas y forzaron dos atajadas formidables del arquero Esteban Conde. Una la desvío ante remate de Pablo Pérez. En la segunda le ahogó el grito de gol a Carlos Tévez, quien lo fusilaba a cuatro metros de la valla.
En aquellos momentos la defensa del equipo ‘Bolso’ hacía agua, tambaleaba. El zaguero Juan Insaurralde erró por poco un cabezazo que parecía tener destino de gol. Pero la prematura hegemonía boquense fue un espejismo.
Los tricolores lograron plantarse con firmeza. En la zaga comenzó a pesar la solidez de Mauricio Victorino. Tampoco desentonaban Jorge Fucile y Alfonso Espino. Diego Polenta le puso candado a la banda izquierda. En el medio juego se lucía en la recuperación y la ofensiva Sebastián Fernández.
Boca perdió la brújula en la zona de gestación. Ni Leo Jara ni Marcelo Melli tuvieron la sabiduría o el talento para adueñarse de la pelota y distribuirla a fondo a los delanteros. En el ataque, se lo veía maniatado a Tevez, intrascendente Cristian Pavón y apagado Andrés Chávez.
De pronto se desató una ola de fricciones, con pierna fuerte y aspereza de ambos lados. Los golpes arteros derivaron en cinco amonestaciones, tres sufridas por Boca y dos por Nacional. La escuadra uruguaya pasó a controlar el balón.
El primer aviso de peligro para el arquero Agustín Orión fue una proyección a todo vapor de Fucile. Enseguida apareció de nuevo Fernández, con un pase de apertura hacia la banda para Leandro Barcia. El volante le devolvió la pared con un centro rasante al centro del área.
Era un minuto fatal para los azul y oro. Díaz se arrojó al piso para despejar pero le clavó la pelota en un ángulo alto a Orión. Si hubiese deseado colocarla en el arco contrario, no le habría salido tan limpia y contundente. Silencio mortal en La repleta Bombonera.
Emotiva definición
Hace rato que el DT de los argentinos, Guillermo Barros Schelotto, no encuentra en sus hombres respuestas a los planteos estratégicos. Para colmo viene sufriendo serias bajas por lesiones, que le diezmaron el plantel. Perdió, para más datos, a Marcelo Melli y Andrés Chávez esta noche de jueves.
Una mejor noche del delantero Leo Gamalho hubiese llevado zozobra a los boquenses. Los volantes Santiago Romero y Gonzalo Porras eran motores del medio campo pero sus avances eran más débiles. La suerte del equipo argentino pendía de un hilo. Jugaba al borde del abismo, vulnerable a los contragolpes.
El equipo montevideano se movía con mayor coherencia, en bloque. Parecía manejar el ritmo. Pero Boca sacó a relucir su espíritu y amor propio. Se iluminó Jara y metió un pase de película al pique de Pavón. El delantero se internó por el ala derecha del ataque y estampó el balón junto al segundo palo de Conde.
Pero Pavón cometió segundos después una tontería que
Boca pagó caro. Se quitó la camiseta y se fue expulsado por
doble cartulina amarilla. El final fue tenso, emocionante, disputado con ardor.