El mexicano Joselito Adame cortó dos orejas en la última corrida de la Feria de San Sebastián, en San Cristóbal. Foto tomada de su Facebook
El debut de la ya legendaria ganadería de Victorino Martín Andrés en tierras americanas marca la fecha del 1 de febrero para la recordación histórica, lo mismo que el toro Moñito, número 34, de 538 kilos que fue ovacionado en el arrastre por su bravura y calidad ejemplares y que abrió plaza.
La corrida fue de disímil romana pero buena presencia y juego, destacando el lote del mexicano Joselito Adame y, en segundo orden, el del venezolano Venegas.
La tarde hubo de retrasarse por la pertinaz lluvia que la antecedió lo que tuvo su impacto en taquilla que registró media entrada.
Adame, precipitado por su viaje a Encarnación Díaz, México, donde tenía otro compromiso, pidió subvertir el orden de antigüedad y lidió los toros primero y cuarto.
Detalle importante de la corrida fue el juego de los toros en el caballo y la labor de los picadores, excelente, en especial la de Luis Quintana que fue ovacionado por el público.
Moñito empezó destrozando el parante del primer burladero que encontró e impuso un rumor de admiración al salir de chiqueros.
Adame debutaba en esta plaza y lanceó a la verónica. Dos varas soberbias de Quintana dejaron al toro listo para la muleta. El torero de México se desgranó en el toreo al natural en tres series ovacionadas antes de insistir por el pitón derecho, más intermitente.
La estocada levemente tendida que derribó a la res sin puntilla puso en sus manos una oreja. Palmas al toro en el arrastre.
Discreto pasó el mexicano de capa al cuarto, un buen toro que apretó en varas en dos puyazos. Otra vez el toreo al natural fue lo mejor de su tarea aunque los muletazos carecieron de ligazón.
Una actuación sobria que pudo ser mejor. La muy buena estocada final le valió una oreja. No salió a hombros por retirarse de la plaza a toda prisa para Cúcuta, Bogotá y México.
El lote del venezolano César Venegas mereció mejor suerte. No pudo superar los nervios y lanceó bien por el pitón derecho de capa.
El toro provocó un tumbo al caballo que hacía puerta y recibió dos puyazos de buena factura. Salió a banderillear el matador que estuvo a punto de ser cogido. Los nervios le dominaron y con la muleta se traía el toro al cuerpo que se hizo el amo de la situación. Abrevió de estocada caída y fue pitado.
La película se repitió en otro buen toreo en la plaza, el quinto, que hizo una muy buena pelea en varas y el sainete llegó con los subalternos dejando banderillas de una en una y el matador que mostró otra vez limitaciones y falló con los aceros. Dos avisos y bronca.
Los otros de la tarde
Alberto Aguilar, español que también debutaba, dio buenos lances de capa de recibo. El tumbo fuerte al picador le dejó en el suelo, un subalterno aguantó al caballo en la embestida hasta que un monosabio se montó en el jamelgo para dominar la situación.
El toro se descompuso y fue el malo de la tarde. Aguilar lidió con solvencia y arrancó series de mérito y valor por el lado derecho de mucha vibración. Estuvo mal con los aceros.
El sexto de la tarde daba esperanzas a los asistentes en la plaza. Lanceó con entrega por verónicas y chicuelinas alternadas.
El toro fue bien al caballo aunque con la cara un tanto alta. En los primeros compases se marcaban buenos augurios y una faena que parecía levantar vuelo fue interrumpida de modo abrupto cuando el torero perdió la cara, fue aparatosamente volteado y luego de minutos de desconcierto volvió a la cara de la res pero el dolor le impidió continuar, ante las miradas de los asistentes en el escenario. Tiene una ruptura del ligamento de la clavícula. Venegas tuvo que despachar a la res de un bajonazo.