No comprenden bien el español, pero sí entienden a la perfección el idioma universal del fútbol. Así llegaron a Ecuador el inglés Rohan Ricketts y el francés Kevin Debris, con la convicción de triunfar lejos del continente europeo.
Ellos se suman a una larga lista (ver infografía) de futbolistas de otros continentes que se vincularon a clubes nacionales, irrumpiendo en la tradicional ‘importación’ de sudamericanos.
Ricketts se vinculó este año al Deportivo Quevedo, club ascendido a la Serie A. El británico, de 29 años, es titular en el equipo que conduce el DT paraguayo Raúl Duarte. Se desempeña como volante ofensivo, pero sus mayores virtudes son su disciplina táctica y su movilidad, destacó el asistente de Duarte, Diego Torres.
Su vida siempre ha estado marcada por un balón, aseguró el mediocampista, quien se inició en las divisiones menores del Arsenal inglés. Sus padres, Telones y Marlene, nacieron en Jamaica, pero decidieron viajar a Inglaterra en busca de un mejor porvenir. Allí nació Rohan, para quien “el fútbol es una pasión indescriptible”.
Con el transcurso de los días intentan aumentar su vocabulario con palabras nuevas, aprendidas con sus compañeros.
Armando Paredes se ha convertido en su mejor amigo desde que se juntaron en el Quevedo. Es él quien le enseña a hablar. “Lo primero que aprendió fue a decir malas palabras”, contó entre risas el ‘Travieso’, como es apodado el volante. Ricketts, en cambio, se refiere a él como un “hermano”. “Es mi hermano, el nuevo Armando Paredes”, dijo sonriente el británico, dando pistas de que conoce los antecedentes de su compañero.
En los partidos y entrenamientos todo se vuelve un poco más complicado por el idioma. El cuerpo técnico se apoya en la aplicación de traducción de una tableta (o ‘tablet’, una especie de computadora de bolsillo) para darle indicaciones en inglés. “También lo hacemos en español, porque hay muchas cosas que sí entiende”, refirió Torres.
Mientras que en los partidos, el interlocutor es el capitán del equipo, John García. El mediocampista vivió un tiempo en Estados Unidos y aún tiene familiares en ese país, por lo que viaja permanentemente. Eso le permite dominar el inglés y trasladar las indicaciones del estratega guaraní.
Adaptarse al medio ecuatoriano ha sido sencillo, aseguró Ricketts. Su plato favorito debe incluir necesariamente camarones, el marisco de su predilección. Sin embargo, lo novedoso para él fue la pretemporada en la playa. El Quevedo se entrenó en ejercicios precompetitivos al inicio del año en Salinas, mientras que el británico siempre se ejercitó en climas fríos en lugares de altura.
[[OBJECT]]
“Mucho calor, mucho calor”, justificó el jugador nacido en Clapham, de 1,78 metros de estatura y 73 kilos de peso.
Por lo pronto está solo en Quevedo, pero dentro de cuatro meses contraerá nupcias con su novia mexicana, cuyo nombre evitó precisar. Lo cierto es que llegó a Ecuador a “triunfar” y porque es fanático del fútbol sudamericano, “de toque y toque”.
Kevin Debris tiene el mismo anhelo de Ricketts. Por eso llegó a probar suerte en el Imbabura, equipo de la Serie B. Se desempeña como volante de marca o zaguero central. Es fácil distinguirlo del resto de compañeros por su tez blanca y cabello rubio.
“Él llegó con sus maletas al entrenamiento y le pidió al técnico (Wilson Armas) que le diera una oportunidad, que lo probara. Es un gran jugador, nos gusta y por eso se quedará en el equipo”, contó Patricio Ortiz, uno de los directivos del cuadro ‘gardenio’.
A diferencia de su colega inglés, cuya trayectoria recorrió por clubes como Arsenal y Tottenham, Debris de la Primera División de su país, Debris solo ha militado en equipos de divisiones menores en Francia y España.
Sus derechos deportivos pertenecen al francés Sportive Lillebonnaise.
Curiosamente, el galo, de 28 años, llegó para hacer probar a un joven futbolista senegalés que no cumplió con la expectativa. Pero para el DT
Armas, el aporte de Debris fue positivo y por eso lo incluyó en la nómina que afrontará esta temporada, contó Pablo Pinto, coordinador del Imbabura.
Sus compañeros de equipo lo consideran un amigo más. Conversan mucho con él y se dejan guiar en la cancha. Esa confianza les permite pedirle que les enseñen ‘malas palabras’ en francés para molestarse entre ellos.
“Le apodan francés. Se ríe mucho, pero cuando se trata de un partido, luce muy serio. Demuestra su profesionalismo. Es un líder”, refirió Pinto.
Otro handicap que tiene Debris es que su español es más fluido, pues residió dos años en España. Está casado con una riobambeña, a quien conoció en el país ibérico. (se reservó su nombre). Hoy, lleva tres semanas en Ecuador.
“Admito que la comida ecuatoriana me encanta. Lo difícil fue adaptarme al calor de Ibarra”, expresó el futbolista, que pronto recibirá su departamento.