Entrevista a Diego Cuvi, preparador físico de la selección Sub 20. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.
¿Se quedó con la sensación de que la Selección Sub 20 podía ser campeona del mundo?
Claro. Nosotros fuimos al Mundial a ser campeones. Lo dije antes de la competencia y durante el torneo a los periodistas. Siempre fue el objetivo ser campeones del mundo. Pero el fútbol es así: un descuido nos costó el partido (ante Corea del Sur, en la semifinal).
¿Qué tan importante es el discurso que maneja un cuerpo técnico antes de una competencia?
El discurso es supremamente clave. A veces, hablar puede ser más importante que un entrenamiento. Tenemos a jugadores jóvenes; pero si usted ve ya son profesionales, están en equipos de la Serie A. A ellos y a los jugadores mayores hay que convencerles desde la palabra. El equipo se convenció de que podía, que tenía capacidades para llegar a ser protagonista en el torneo.
¿Los jugadores de la Sub 20 ya deberían integrarse al equipo mayor? ¿Se necesita un proceso de acompañamiento?
Muchos jugadores de la Sub 20 ya podrían insertarse en la Selección mayor. Ojo, no digo para ser titulares, sino para formar parte de la convivencia, para entrenarse. Ahora, si esos chicos pueden ganarse un puesto, en buena lid. ¿Por qué no?
El equipo logró hitos importantes en seis meses: campeón sudamericano, tuvo al goleador sudamericano (Leonardo Campana). Fue tercero del mundo, tuvo al tercer mejor jugador de la Copa. ¿Podría resumir las claves de este proceso exitoso?
Es una buena pregunta, pero la respuesta es amplia. El tiempo de trabajo fue clave: nos contrataron en septiembre del 2017 con miras al Sudamericano de este año. El tiempo de trabajo ayuda. También el hecho de que como cuerpo técnico trabajamos muchos años juntos. Pero lo más importante fue la selección de jugadores. Para seleccionarlos tuvimos que ver a miles de jugadores. La clave del éxito fue seleccionarlos adecuadamente.
¿Bajo qué parámetros?
La principal consideración siempre fue el talento, el aspecto futbolístico. Buscamos jugadores de buen pie, de atributos técnicos. Además, jugadores que sean inteligentes, que estén estudiando, que tenga una capacidad intelectual adecuada. Que su círculo social, en la medida de sus posibilidades y de la familia que los rodea, esté ordenado. Pero, insisto, que la clave fue seleccionar bien, el tiempo de trabajo, un cuerpo técnico adecuado y los soportes que nos dio la Federación: el personal, la infraestructura, el aporte económico.
Célico les dijo a sus futbolistas, en el primer microciclo luego del Sudamericano, que había que olvidarse del título. ¿Qué tan importante fue prepararse para la Copa sin pensar en la etiqueta de ‘campeones’?
Llegó el momento en que todos debíamos comprender que ya había pasado el triunfo del Sudamericano. Entonces, empezamos el proceso y decidimos sacudir a los jugadores con caritas nuevas, convocando a nuevos futbolistas.
Incentivaron la competencia interna.
Además, el reglamento del Sudamericano era distinto al del Mundial. En el primer torneo pudimos inscribir a 20 jugadores de cancha y tres arqueros. En el Mundial fueron 21 jugadores y tres de ellos arqueros. Jorge Célico y Patricio Lara empezaron a buscar jugadores polivalentes.
Se enteraron de la clasificación a octavos de final en el lobby de un hotel en Gdansk. ¿Fue un renacer?
Tuvimos un poco de mala fortuna en los partidos de la fase de grupos. Fallamos dos penales que nos habrían dado los triunfos. Nos habíamos sentido superiores a los rivales, pero no pudimos ganar los partidos.
Con Uruguay, el equipo ya lució enchufado.
Sí, y además, teníamos una revancha futbolística por las dos veces que nos ganaron en el Sudamericano. No fueron superiores, pero nos hicieron los goles. Les ganamos y les ganamos bien.
¿Por qué hubo pelea en el hotel con los uruguayos, luego del partido?
El hotel fue consecuencia de lo que pasó en la cancha. El uruguayo no quiere perder, se siente superior y está bien eso. Lo que está mal es sobrepasar el límite y agredir. El segundo arquero de ellos vino a insultar a Jorge (Célico). Yo le dije: ‘retírate deja de ser patán’. El cuerpo técnico de ellos les contuvo. Cuando salíamos del vestuario al bus, Uruguay también salía y hubo otro encontrón. En el hotel también. Luego, los chicos uruguayos se calmaron y todo quedó ahí.
Vienen los Panamericanos y, sobre todo, el Preolímpico de Colombia, del próximo año. ¿Cómo van a afrontar los retos?
Tenemos el Panamericano y luego, una vez que termine el Campeonato local, vamos a tener los jugadores que pidamos a los clubes. Esperamos que nos los cedan. La idea es tener tres semanas de convivencia antes del Preolímpico. Habrá microciclos en septiembre y noviembre.
¿Cuál será el discurso para el Preolímpico?
La gente nos creerá locos: pero queremos ganar el Preolímpico e ir a los Juegos de Tokio a ganar la medalla olímpica.