Romario Ibarra disputa un balón ante un jugador de Emelec en el torneo ecuatoriano 2018. Foto: Patricio Teran A / EL COMERCIO
Universidad Católica es el segundo equipo más goleador del torneo, en siete fechas jugadas. Con 14 conquistas, está solo detrás de Barcelona, que tiene una más. Los dirigidos por Santiago el ‘Sachi’ Escobar apuestan a esa fortaleza ofensiva para intentar derrotar a El Nacional, en el juego que se inicia a las 19:15, en el Olímpico Atahualpa.
Para Escobar, la clave del buen rendimiento de su plantel, sobre todo en la delantera, es que ha tenido una alineación fija. Su equipo está invicto con cuatro victorias y tres empates.
Los puros criollos reconocen, en tanto, su debilidad en la zaga, pero advierten que intentan mejorar su nivel. En sus últimos cotejos empataron ante el Cuenca de visita, y derrotaron al Guayaquil City, en condición de locales. El técnico Eduardo Favaro apuesta por jóvenes que intentan destacarse en el fútbol ecuatoriano. Uno de ellos es el mediocampista Adolfo Muñoz, de 20 años. Al frente, estará el rápido Romario Ibarra, quien se desempeña como extremo derecho y es una de las principales armar ofensivas del ‘Trencito Azul’.
Romario Ibarra, el imbabureño creció rodeado de familia y amigos futboleros
Romario Ibarra se ríe cuando le dicen que Cristiano Ronaldo, del Real Madrid, le copió su gol de ‘tijera’.
El ‘crack’ del club merengue marcó, con su acrobática acción, en el arco del legendario Gianluigi Buffon, de la Juventus, por la Champions, el martes. Cuatro días antes, el ecuatoriano le anotó al Delfín.
Ambos tantos fueron parecidos. ‘CR7’ recibió un centro de Dani Carvajal por el costado derecho e hizo su pirueta. Por el mismo sector desbordó Andrés López y envió la pelota para el gol del ecuatoriano de la Universidad Católica.
El imbabureño, de 23 años, dice que su tanto fue bonito, pero él se queda con el que marcó en su debut con la selección ecuatoriana, ante Chile. Tras ese cotejo, volvió a marcar con la Tricolor, en el compromiso ante Argentina.
En ambos partidos, Ecuador perdió, pero a Ibarra le quedaron buenas sensaciones de que podría volver a ser convocado en el futuro. En esos cotejos, también compartió la convocatoria con su hermano Renato y cumplió un sueño que ambos tenían en la niñez.
Romario se crió rodeado de gente futbolera. Renato juega en el América de México. Además, su padrino y primo es Johvani Ibarra, quien fue arquero de clubes como El Nacional y Deportivo Quito y tuvo un paso por la Tri. Mientras que su tío es Cléver Chalá.
Su padre le puso Romario porque admiraba al exdelantero brasileño, quien fue campeón con su país y jugó en el Barcelona de España.
El veloz ofensivo de los camaratas jugaba con su hermano en el valle de Chota, en la niñez. También con su ‘pana’ Jeison Chalá, con quien ahora también comparte camerino en el cuadro camarata.
Chalá, precisamente, le puso un apodo: ‘La Roma’. Así le llaman al jugador, quien dice que aún puede mejorar su nivel y anhela con jugar en el fútbol del exterior tal como ocurre con su hermano, en las Águilas del América.
Por ahora, quiere ayudar a que Católica llegue a los primeros lugares. Dice que el plantel no puede ‘marearse’ y enfocarse en un buen juego, tal como lo ha demostrado en las primeras siete fechas del campeonato.
Para relajarse, en sus ratos libres, suele ver los encuentros de la NBA y, sobre todo, a las figuras LeBron James y Stephen Curry.
Adolfo Muñoz, el pequeño mediocampista que convenció al DT Favaro
Adolfo Muñoz se formó en las canteras de El Nacional. Foto: David Paredes / EL COMERCIO
Adolfo Muñoz es uno de los más jóvenes y más pequeños de la plantilla de jugadores El Nacional. Tiene 20 años y mide 1,67 metros.
Su rapidez y su capacidad para acoplarse a un juego de toque, sin embargo, cautivaron al entrenador uruguayo Eduardo Favaro.
El año pasado, Muñoz se consolidó como titular en El Nacional al disputar 34 partidos del torneo bajo la guía del charrúa. Esta temporada, tras superar una lesión, vuelve a pelear su puesto en el equipo estelar. Suma dos cotejos, pero quiere volver a ser el jugador fijo en las alineaciones.
Muñoz es uno de los canteranos del cuadro criollo. A los ocho años, su madre, Elsa Muñoz, lo trajo a Quito desde Buena Fe, Los Ríos, en busca de una mejor calidad de vida.
“Me trajo muy chiquito. Vino para buscar trabajo”, cuenta el mediocampista que ha crecido sin la presencia de su padre. Con él también vinieron seis hermanos. De ellos, él siempre mostró buenas condiciones para jugar el fútbol.
“En Buena Fe jugaba en torneos barriales y eso me dio ánimo para volver a probarme a El Nacional”, relata el volante que se vinculó al club en la temporada 2010.
Su hermano lo llevó al Complejo del Sauce y pasó la prueba. En sus primeros años en el plantel tuvo temor de no cumplir su anhelo de llegar a Primera. “Me decían que era flaquito y que solo llegaban la gente alta y fuerte, pero seguí trabajando con humildad y me gané la confianza de los profesores en las diferentes categorías”.
Muñoz dice que uno de sus mentores es José Lupo Guerrero, quien fue entrenador en las divisiones formativas del cuadro rojo.
También fue dirigido por Luis Guamán y Álvaro Proaño.
Ahora, con Favaro, ha aprendido sobre cómo ubicarse mejor en la cancha. Al técnico le gusta que presione en campo rival y sea atrevido para encarar ante los defensores rivales.
En el club ahora comparte el vestuario con el zaguero Luis Segovia, con quien también estuvo en las divisiones juveniles. Ambos, se motivan para seguir en Primera.
El año pasado, terminó la secundaria y le gustaría cursar una carrera universitaria. Pero por ahora quiere volver a ser titular. Su madre es su principal motivación.