La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ponderó ayer como un “fracaso” el Día Internacional de Luchas contra la Copa, que el jueves causó conmoción en las principales capitales del país, entre ellas las 12 que serán sedes del Mundial que comenzará a disputarse el 12 de junio.
El Ejército patrulla las principales avenidas de Recife, ciudad del nordeste donde se jugarán seis partidos, tras la ola de crímenes debido a una huelga policial concluida ayer.
Para Rousseff, los actos de protesta ocurridos en 17 de los 26 estados de la Federación fueron un “fracaso” pues no lograron convocar a un alto número de participantes y dijo que cuando se inicie el evento la mayoría de la población será embargada por un clima de euforia y dejará en su segundo plano las críticas.
En una cena con periodistas deportivos, la Rousseff mandataria aseguró que durante el torneo no habrá manifestaciones y garantizó la seguridad para las selecciones y los miembros de la FIFA.
El ministro Gilberto Carvalho, secretario general de la Presidencia brasileña, anunció que el Gobierno cuenta con un comité que es informado diariamente sobre la situación de la seguridad en las 12 sedes mundialistas y reconoció que habrá más protestas en las próximas semanas.
Guilherme Boulos, líder del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), anunció que su agrupación prepara más movilizaciones frente al estadio Itaquerao de Sao Paulo, donde jugarán Brasil y Croacia el 12 de junio.