Carlos Vásquez (centro),quien descubrió a Carlos Mina, dirige una escuela de boxeo en Puerto Quito. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO
Carlos Mina, el boxeador que hoy pelea por un cupo a las semifinales en Río, conoció a su padre a sus 14 años. Fue durante una charla breve a la que acudió por sugerencia de su madre, María Mina.
La esmeraldeña y su hijo
–ahora de 24 años– fueron a esa cita en Guayaquil en el 2002. Pero desde entonces el seleccionado le perdió el rastro a su progenitor. “María siempre fue mi padre y mi madre”, repite cuando le preguntan sobre el tema y también lo expresa en sus canciones de hip hop.
A su madre siempre que el tiempo se lo permite la visita en el barrio Luz y Vida, del cantón Puerto Quito, de Pichincha. El sector se levanta sobre cimas de tierra, piedras y polvo. Hay casas de cemento y de madera, a medio construir.
Por sus alrededores, niños y adolescentes pasean y corren con sandalias. Los días de sol van al río Caoni y se lanzan al agua.
Otros acuden a las 05:00 de la mañana al gimnasio de boxeo, en pleno centro del cantón, para entrenarse con la guía de Carlos Vásquez, el guayaquileño de 58 años que descubrió a Mina. Son más de 30 talentos que quieren llegar a pelear como el ecuatoriano, quien se enfrenta hoy a las 12:00 al francés Mathieu Bauderlique.
El ganador se asegurará, al menos, una medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Río.
El hogar de María Mina está en una esquina del barrio. Una de las paredes de la casa está repleta de carnés de boxeo, trofeos, medallas de oro, plata y bronce. Todas pertenecen al boxeador. También hay un mechón del cabello del púgil.
Es de su época de adolescente, cuando le llamaban ‘Daddy Yankee’, por sus trenzas.
Entre las preseas están la de su primer título en Puerto Quito, al que llegó a los 11 años con su madre y con cuatro de sus ocho hermanos.
Carlos Mina (izq.) en su primera pelea con Serge Michel. Foto: AFP
Carlos nació en Guayaquil. Pero su madre lo llevó a San Lorenzo a sus 6 años. Y a los 8 emigró con él a la capital hasta que tuvo 11. “En Quito realmente la pasamos mal cuando me separé de mi pareja. Dormimos incluso en la calle. Luego nos vinimos acá”, cuenta la madre del deportista, a quien no ve desde hace siete meses.
Eso sí, en el último mes ha mantenido contacto con su hermana Dévora (19 años), a través de Whatsapp. “Siempre envía saludos para mi mami. Está pendiente de nosotros”, cuenta la joven.
Por estos días, ella recibe permanentemente este tipo de preguntas: ¿Es cierto que Carlos vivió en Puerto Quito?, ¿Por qué nunca lo vimos?
Dévora les responde que sí.
Es que el boxeador empezó a ser reconocido en el cantón recién hace cuatro meses, cuando se impuso en el Preolímpico de Argentina para obtener su cupo a sus primeros Olímpicos. Se hizo una caravana por el logro: es el primer deportista formado en el cantón que acude a unos Juegos.
Antes de eso, pocos sabían que pasó en Puerto Quito desde los 11 a los 13 años.
Que ahí nació su vocación por el boxeo,
que le ha permitido tener una mejor calidad de vida. Ocurrió cuando fue al gimnasio de Vásquez con una pelota vieja de plástico para ‘curiosear’.
El entrenador le sugirió que se pusiera unos guantes rojos y su predisposición le cautivó. “Desde el inicio siempre se entregó de lleno al entrenamiento. Ha sabido sobreponerse al dolor, a la fatiga. Le dije a su madre que llegaría lejos”, reveló el hombre que se radicó en Puerto Quito hace 16 años.
Bajo su guía han pasado Jaime y Julio Cortez, Fidel Bennet, David Padilla y Abel Mina, seleccionados de Pichincha y del país que consiguieron títulos.
El cantón es una cantera de boxeadores. Puerto Quito tiene más de 3 000 habitantes. Hay unos 200 jóvenes que practican disciplinadamente karate, atletismo, fútbol y, sobre todo, boxeo.
El proceso de captación es sencillo. Vásquez llama a los talentos, analiza sus condiciones y su predisposición. Luego, pule su técnica. Tras los torneos selectivos y según su rendimiento, estos talentos tienen opciones de ir a Quito.
Así lo hizo Mina, a los 13 años.
Pero siempre que puede vuelve al cantón. “Me dijo que quería construirme una casa de lujo si ganaba en Río. Siempre nos ha apoyado, me ayudó a pagar USD 4 000 de un préstamo de la casa. Dios quiera y gane esa medalla”, dice su madre quien vio por primera vez una pelea profesional de su hijo el jueves pasado, cuando se impuso al irlandés Joseph Ward.
Hoy no verá la pelea en su casa. Irá al muelle del río Caoni, donde habrá una pantalla gigante para ver al ecuatoriano en acción en Río. Hasta allá irán talentos como Segundo García, de 12 años, que también alientan por la victoria.
“Carlos es fuerte y combativo. Me gusta su estilo y aquí haremos mucha fuerza para que gane”, dice el púgil que se forma en el gimnasio por donde pasó Mina.