Hasta el año pasado, un número considerable de personas acostumbraba renovar su vehículo de manera periódica (cada cuatro o cinco años), para adquirir un modelo más reciente y así evitar que el auto usado llegue a un punto en el que empiece a presentar problemas y demande gastos.
Si bien la situación actual del mercado automotor, y de la economía del país, en general, en muchos casos ha alterado los hábitos de los consumidores, esa práctica se mantiene vigente para quienes pueden permitirse invertir lo que hoy en día se requiere para comprar un auto más nuevo o mejor.
La tecnología ha permitido que los automotores actuales sean más fiables y sufran menos averías que las que presentaban los vehículos fabricados hace más de 15 o 20 años, pero ello depende, en gran medida, de factores tales como el uso que se les dé, el trato que reciban, la rigurosidad y oportunidad con la que se les realicen los mantenimientos rutinarios y hasta el estilo de conducción del propietario o usuario del mismo.
Mejorar el vehículo es una aspiración justa y lógica que todos tienen en un determinado momento. Pero si la economía no lo permite, lo mejor es cuidar el auto ‘viejo’ para que siga dando un buen servicio.