Desde hace unas pocas semanas, un noticiero televisivo matinal dedica un espacio de su programación a la divulgación de imágenes facilitadas por la Agencia Metropolitana de Tránsito, las cuales ponen en evidencia las diferentes infracciones que cometen los conductores en Quito.
Las faltas a la Ley incluyen giros indebidos, invasión del paso cebra, irrespeto a la luz roja del semáforo y conducción temeraria, entre las principales. No obstante, la lista es larga e involucra prácticas con diferentes niveles de riesgo.
Resulta increíble ver que a algunos conductores de vehículos particulares y de uso público, ni la posibilidad de causar un accidente, ni la de ser sancionados mediante el sistema de fotomultas, parecen importarles en su afán de llegar pronto a sus lugares de destino o de imponer su particular estilo al volante en las calles de la ciudad.
Y entre los infractores se cuentan muchos buseros de compañías privadas. Sí, los mismos que, paradójicamente, deben cumplir con determinados estándares de calidad en el servicio que brindan para acceder al subsidio que el Cabildo quiteño acordó entregarles hace unos meses, y así evitar el alza de los pasajes del transporte urbano.