¿Qué define a un vehículo de lujo? En una época en la que la tecnología ha reducido drásticamente la brecha que hasta hace un tiempo existía entre las diferentes gamas de automotores, esta pregunta adquiere una relevancia especial.
Hasta hace relativamente pocos años, los vehículos de alta gama generalmente eran grandes, tenían motores potentes y estaban equipados con ciertos elementos de confort y seguridad que marcaban diferencias significativas respecto de los de gamas inferiores.
No obstante, la evolución del mercado, las nuevas regulaciones en materia de seguridad y el cambio en el comportamiento de los consumidores (cada vez más conocedores y exigentes), obligaron a los fabricantes a mejorar las características de los vehículos de todas las categorías.
Así por ejemplo, en la actualidad es usual encontrar autos equipados con dirección asistida, vidrios eléctricos, aros de aleación, aire acondicionado y un buen equipo de sonido, entre otros elementos, incluso si son ejemplares de acceso, cuando hasta hace pocos años esos dispositivos estaban limitados a los vehículos de gamas media-alta y alta.
Entonces, el lujo se sirvió de la tecnología y se orientó hacia la adopción de dispositivos electrónicos que mejoran la experiencia de los ocupantes a bordo, y que, además, les brindan niveles de protección inéditos ante la eventualidad de un accidente.
Sistemas de navegación, centros de entretenimiento multimedia, climatizadores de dos o más zonas, memorias de posición de los asientos, frenos antibloqueo con controles de estabilidad y de tracción, asistentes de parqueo en reversa con cámaras que proyectan las imágenes en pantallas digitales y emiten alertas sonoras ante la proximidad de objetos, son, entre otros, los nuevos ‘juguetes’ de los que hacen gala los modelos lujosos.
Todo esto, acompañado de diseños vanguardistas, materiales de alta calidad y finos acabados, hacen de los autos mucho más que medios de transporte. Son espacios que invitan a vivir experiencias únicas en su interior.