El ecuatoriano RichardCarapaz trabajó para su compañero Mikel Landa, pese a arriesgar su condición de líder del Giro. Foto: AFP
Sofía, la segunda hija del ciclista Richard Carapaz, lloraba incansablemente en los brazos de su madre, Tania Rosero. La pequeña, de apenas 2 años, quería abrazar a su padre, pero un integrante del Movistar Team no lo permitió. El ayudante apuraba al ciclista para dirigirse a los exteriores de Verona, donde anoche se tenía previsto que el equipo descansara.
El campeón del Carchi no tuvo tiempo para compartir con sus familiares. Apenas se vieron unos minutos al termino de la etapa de ayer 1 de junio del 2019. Abrazó a Richard Santiago, su primogénito, y luego a su esposa y a su hija menor. El abrazo fue breve, porque tenía que cumplir con algunos compromisos de la organización.
Ingresó a la zona de los ciclistas y siguió moviéndose en el rodillo, para que sus músculos no se enfriaran rápidamente luego de las 5 horas y 46 minutos que utilizó para completar la etapa 20. Llegó en cuarto lugar, luego de hacer un trabajo de gregario para su compañero, el español Mikel Landa.
La intención fue impulsarlo al triunfo en la etapa y halarlo con ello al podio final del Giro.
Ayer Landa fue segundo, pero fue el primero en abrazar a Carapaz por su acto generoso.
Luego de sortear los filtros de seguridad llegó su ‘hinchada’, que sufrió durante el desarrollo de la etapa. ‘Richie’ entregó el casco a su esposa y luego se dirigió al escenario para recibir, por séptima ocasión, la ‘maglia rosa’, la botella de champán, el peluche de la mascota y un ramo de flores.
Su hijo observó todo este homenaje en hombros de Santiago Alvarado, uno de los amigos de Richard Carapaz que lo acompaña en Italia desde que empezó el Giro.
En medio de la algarabía del público presente, se pudo escuchar la voz del pequeño Santiago Carapaz, a quien se le vio emocionado cuando su padre celebró la victoria en el podio. “¡Que viva el Carchi, carajo!”, gritó el niño.
Después, él y el grupo de ecuatorianos fueron entrevistados por periodistas de un portal especializado en ciclismo de Italia, llamado República de la Bicicleta.
La familia Carapaz-Rosero llegó el jueves a Milán. Desde su arribo a Italia, el contacto con Richard ha sido mínimo. Por eso, cuando abandonó el punto de llegada, en Monte Avena, miró atrás y en silencio trató de mandarles un beso a sus pequeños. Su mirada cansada denotaba nostalgia, a pesar de ser el líder del Giro.
Richard está cerca de conseguir el título de uno de los tres grandes eventos del tour mundial, que incluyen el Giro de Italia, el Tour de Francia y la Vuelta a España.
“Vamos. Nos están esperando y tenemos un carro que abrirá paso por la carretera solo para ti”, dijo uno de los colaboradores del Movistar.
La ‘Locomotora del Carchi’ tuvo un día ajetreado. No paró ni un minuto. El segundo encuentro con sus familiares fue después de tres entrevistas: pasó por la zona mixta para los periodistas cuyos medios adquirieron los derechos de transmisión. Luego pasó por la zona de los periodistas de las radios y finalmente habló para el canal oficial Movistar Comunicaciones.
Pasó a la sala de control de dopaje. Nunca se separó de su bicicleta, que ya está algo raspada. El carchense decidió quedarse con su bicicleta celeste. Solo una etapa corrió con la rosada que le entregaron en su equipo el día de su cumpleaños, el 29 de mayo.
Se alejó del ruido, de las entrevistas y de la familia para descansar y concentrar su atención en la etapa de hoy, la 21. Llega con la ventaja de 1 minuto y 54 segundos (01.54) sobre el italiano Vincenzo Nibali y de 03.16 sobre Primoz Roglic. También está como escolta su compañero Landa, a 02.53.
Los especialistas miran al ecuatoriano como el campeón del Giro. Hoy debe llegar a la meta y confirmar que es el mejor de la competencia. Los participantes deben recorrer 17 kilómetros de una contrarreloj individual. Es el último esfuerzo.