La invitación para ver la final del Mundial de Brasil 2014 en el estadio George Capwell no tuvo muy buena acogida. La afición eléctrica prefirió ver el partido en la comodidad de sus casas.
Pocas personas llegaron a la ‘caldera’ de la avenida Quito a las 14:00 y el malestar fue evidente porque se anunció que las puertas se abrirían a esa hora para poder ver el juego en pantalla gigante, pero transcurrían 20 minutos de la final y los hinchas aun no podían entrar al reducto porteño.
Francisco Marín fue uno de los aficionados que se conformo con ver el partido en el pequeño televisor con el que disponía una de las carpas donde vendían las clásicas papas rellenas.
“Habían dicho que lo veríamos en pantalla gigante pero no nos abren las puertas. De haber sabido me quedaba viendo en casa, pero hay que ingeniarselas y aqui el televisor del vendedor ayuda” dijo Marín.
Las puertas se abrieron cerca de las 14:30 y la gente se apresuró a ingresar. Sin embargo la poca presencia de hinchas confirmó lo que se pensó entre semana: A los azules también les gusta el Mundial.
Conforme transcurría el tiempo la iba llegando de a poco, la barra eléctrica Boca del Pozo fue la última en entrar, tras dejar listas las banderas bombos y cánticos. “Nosotros vinimos a alentar al bombillo, el Mundial es secundario” dijo Álex Chaca, miembro de la barra.