Blanca Quiñónez (segunda desde la izquierda) aparece con sus compañeras de equipo Magnolia, en Italia. Foto: Archivo Particular
Las últimas cuatro semanas sirvieron para que Blanca Quiñónez se adaptara al club Magnolia, de Italia. La basquetbolista tricolor, de 13 años, cumple con un periodo de prueba en el equipo, que busca contratarla como refuerzo para los torneos europeos.
Ella viajó junto a su madre, Fabiola Mina, a inicios de octubre. Fue contactada por el club italiano luego de su buen rendimiento con la Selección ecuatoriana en el Preolímpico Sub 16 de baloncesto, que se realizó en Chile, en julio pasado.
“La niña está contenta, todos se han encariñado con ella. Quieren que ya firmemos el contrato, para que empiece a jugar”, contó la madre de la deportista a este Diario, en una entrevista telefónica.
‘Blanquita’, como la llaman sus familiares y amigos, no aparenta su edad. Sus 1,83 metros la hacen una de las jugadoras más altas del equipo. Además, su contextura delgada, su velocidad y destreza hacen que se destaque cada vez que ingresa a la cancha.
Mina contó que tras el Preolímpico de Chile recibieron propuestas de cinco países para fichar a la deportista. Las ofertas le llegaban al entrenador Elbert Escobar y este a su vez contactaba a la familia para contarles las novedades.
“Yo no quería que la niña viajara sola, porque aún es menor de edad. El club Magnolia me dio la oportunidad de acompañarla y nos han tratado muy bien”, contó la madre de la deportista, mientras observaba la práctica de su hija.
Su primera vitrina fue el Sudamericano Sub 15 del año pasado, en Chile. Ecuador fue vicecampeón y Quiñónez fue elegida la Mejor jugadora. Ratificó ese rendimiento en el Preolímpico, lo que despertó el interés internacional.
Quiñónez se entrena a doble jornada, por las tardes. Durante una hora y media realiza trabajos con la Sub 15 y luego de eso empiezan las prácticas con el equipo A1, que lo conforman jugadoras de 20 años en adelante.
Por la mañana, ‘Blanquita’ asiste como oyente al colegio del club. La intención de la basquetbolista y de su madre es combinar el deporte con los estudios. Para entender el idioma, cuenta con una tutora española.
La presencia de su progenitora, las prácticas y la ayuda de la tutora ayudaron para la adaptación de la deportista, oriunda de Milagro. Ella está acostumbrada a dormir fuera de su casa, debido a las concentraciones que tenía con la Selección nacional.
Únicamente tiene problemas para adaptarse a la comida. No le gusta la pasta y por ahora se alimenta principalmente con ensaladas y proteínas. “Los fideos en Italia son más pegajosos, por eso no le gusta y eso sirven acá todos los días”, dijo entre risas la madre de la jugadora.
El sueño de Quiñónez es llegar al profesionalismo. Desde que jugaba en el coliseo de la Liga Deportiva Cantonal de Milagro, a los 8 años, les decía a sus familiares que quería jugar en clubes del exterior.
Su entrenador, Elbert Escobar, la dirigió hasta los 11 años, cuando entró a la selección provincial y luego a las nacionales. “Tiene talento, que haya emigrado es importante para que tenga un mayor nivel competitivo”, dijo el profesional.