61 niños y niñas de ocho provincias se divierten en bicicleta sin pedal

Nicolás Mora, de tres años, llegó primero en una de las mangas clasificatorianas, en la sexta válida nacional realizada en Gualaceo. Foto: Manuel Quizhpe/EL COMERCIO

Nicolás Mora, de tres años, llegó primero en una de las mangas clasificatorianas, en la sexta válida nacional realizada en Gualaceo. Foto: Manuel Quizhpe/EL COMERCIO

Desde la izquierda: Victoria Bolaños (815), Rafaela Peralta, Sammy Córdova, Fabiana Morales, Emilia Caldas y Romina Vega, de la categoría 4 años. Foto: Manuel Quizhpe/EL COMERCIO.

Los llantos en una pista de bicicrós son normales cuando se trata de una competencia con niños de entre 3 y 5 años. Lloran porque se ubicaron en posiciones secundarias, se cayeron, no les cumplen sus caprichos o por el regaño de sus padres. Ellos corren en bicicleta sin pedal.

Pese a su corta edad, han corrido este año seis válidas nacionales.

Dependiendo de sus lugares de origen, han viajado a Tena, Tulcán, Ambato, Quito, Ibarra y Gualaceo, sedes de los torneos. En el cierre de la temporada, 61 infantiles arribaron al cantón azuayo para demostrar sus habilidades en dos días de carreras: viernes 16 y sábado 17 de noviembre del 2018.

Paola Viteri, por ejemplo, llegó de Guayaquil con su esposo y su hijo, Pablo Verdezoto. Él incursionó en el bicicrós hace un año y se destacó en su primera temporada. En la última válida accedió a las semifinales en la categoría de 4 años, en donde tuvo a 20 rivales.

Para acompañar a su hijo, Viteri pidió un día (viernes) de permiso en su trabajo (Tracklink) con cargo a vacaciones. Igual hizo su esposo en las cinco válidas anteriores. Según Viteri, “hay que sacrificarse por los hijos, incluso las vacaciones, porque aparte de desarrollar sus actividades se entretienen y conducen más pronto las bicis con pedal”.

Los padres de familia, quienes en más de una ocasión son llamados la atención por los jueces por invadir la pista o por cruzar lugares no autorizados, terminan agotados. Un solo familiar puede ingresar a la pista. Por eso, uno se encarga del niño y el otro cumplen las tareas de fotógrafo y filmador, incluso para algún reclamo.

Nicolás Mora, de tres años, llegó primero en una de las mangas clasificatorianas, en la sexta válida nacional realizada en Gualaceo. Foto: Manuel Quizhpe/EL COMERCIO

Los quiteños Emiliano Silva (de 3 años y 10 meses) y Romina Vega (4 años) llegaron a Gualaceo en compañía de sus padres Palermo y Paulo. Ambos corredores pertenecen al club Quito BMX. El primero viajó en avión hasta Cuenca y la niña arribó a la pista azuaya tras 12 horas de recorrido en vehículo.

Conforme progresan los pequeños, las bicicletas tienen mayor costo. Paulo Vega compró la bicicleta para su pequeña en USD 600, pero comenta que otras niñas tienen hasta USD 1 000. Palermo Silva pagó USD 180 por su pasaje aéreo y la de su hijo para llegar a Cuenca. “Es un gran esfuerzo que se hace”.

Después de cada manga clasificatoria, la tarea de los familiares es animarlos, hidratarlos y tranquilizarlos. En Gualaceo, la mayoría, con cepillo en mano, limpiaba la tierra de las plantas de los zapatos y de las llantas de la bicicleta.

En ese ajetreo, no faltan quienes piden alguna golosina minutos antes de la carrera, con lloros incluidos. Al final de cada manga, los niños y niñas reciben besos y felicitaciones de sus familiares, sin importar los resultados.

Otra tarea de los padres de familia, antes de viajar a las sedes de los torneos, es solicitar los permisos en los planteles donde estudian los pequeños. Las provincias con más practicantes de 'striders' o bicicleta sin pedal son Pichincha, Guayas, Azuay, Imbabura, Puyo, Pastaza, Morona Santiago y Tungurahua.

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